miércoles, 27 de enero de 2010

Erase una vez, un trauma.



‘Que no entré ese culiao a la casa’ Sentenció mi compañero cuando le conté las intenciones que tenía el patriarca de la familia. Mis abuelos, mis primos, mis tíos, mi mamá y el mundo jamás comprenderán lo que se siente, me gustaría decir que yo tampoco sé cómo se siente, pero lamentablemente no es así. Nadie mejor que yo sabe como duelen la frustración, la rabia, la decepción, la angustia, el asco, la pena, eso y las peores sensaciones negativas juntas, revueltas, escondidas durante meses en mis noches de insomnio, de miedo ¿Dije que me daba asco?. Ya ni hablaba y mi madre se enojaba por qué creía que me estaba drogando, que por eso había cambiado tanto y había dejado de juntarme con mis amigos, creía que iba a la Pintana a conseguir drogas, y estaba segura de qué mi insomnio y las crisis de pánico tenían que ver con el consumo de psicotrópicos.

Estaba tan equivocada mi madre, me conocía tan poco, era tan incapaz de percibir que yo en verdad estaba mal, era tan poca su sensibilidad que ni siquiera se dio cuenta que su extrovertida hija, se había convertido en la sombra de su abuela, en el perrito faldero, que pasaba tardes enteras, en silencio contemplando como las manos de la mujer que ama tejían una red con lana, mi madre jamás fue capaz de percibir lo que pasaba. Recuerdo que una tarde tras una larga conversación, y acostumbrada a la brutalidad, azotó su mano contra mi rostro alegando por qué me negué a ir de compras con él. Mi mamá nunca estuvo preparada para ser mamá, y pensándolo bien, jamás lo ha sido, mi madre, en verdad es mi padre, la persona que trabaja y se esfuerza a diario por mí, por un futuro mejor, la persona que expresa afecto en la incansable preocupación en que las necesidades no existan; pero nunca actúo como una madre, la cariñosa, la que consiente a su hijo, nunca hasta el día en que la verdad se supo.

Mi mamá siempre dijo que si alguien me hacía daño, lo pagaría caro, que si alguien me tocaba un solo pelo con malas intensiones, lo pagaría con su vida, y que no le importaba ensuciar sus manos si tenía que defender su tesoro, tesoro compartido por cierto, por qué mi abuelita - la real imagen materna- decía exactamente lo mismo. Siempre me sentí extremadamente protegida por aquellas mujeres, dispuestas a entregar su vida por mí en caso que fuese necesario. Esa misma protección fue la que me obligó a guardar silencio.

Mi abuelo, siempre fue un machista, así que su reacción lejos de asombrarme me pareció normal y cotidiana, cualquier maricón haría lo mismo, defendería a muerte el honor de su familia, familia encabezada claro, por hombres, y en este caso, defendió a muerte al primogénito de su primogénito, el encargado de perpetuar el apellido. Ahora que voy recordando estas cosas, comienzo a sentir una terrible repulsión en su contra, es tanta la rabia que tengo, que si no fuese por qué amo a mi abuelita, me pararía de esta silla, dejaría el escrito a medias e iría al dormitorio a gritarle en su cara lo poco hombre que ha sido, y lo decepcionada que estoy de él.

Había sido mi mejor año, lo podría incluso recordar con cariño, el dos mil seis, siendo una quinceañera que cursaba segundo medio, participé –como es de esperarse- activamente del movimiento social gestado por los estudiantes secundarios; con demandas tales como el fin del lucro con la educación, y por consiguiente la estatización de esta misma, siempre quise ser pedagoga así que mi lucha iba por el lado del mejoramiento de la calidad en la educación pública y lógicamente, consecuente con mis ideales ácratas ya forjados en aquella época, luchaba por el fin de la Prueba de Selección Universitaria como filtro de ingreso a la educación superior, educación que debía ser liberta y gratuita. El dos mil seis conocí a Camilo y hoy me atrevo a confesar que fue el primer hombre al que quise tanto y de tal manera, mis textos, mis canciones, mis discursos baratos, y también los caros, eran para él, solo para él, y las cosas cambiaron, y pasó lo que nunca debió haber pasado, y pagaron inocentes por culpables, por qué mi rabia se expandió contra el género, no solo contra el que me hizo daño, mi rabia –en verdad- no era contra los hombres, era contra el mundo por ser tan ‘conchesumadremente sucio y asqueroso’.

Sí fue en el dos mil seis cuando crearon mi mayor trauma, mientras unos luchaban por la educación, y otros por la liberación del divinísimo, nadie tuvo tiempo para darse cuenta qué la pequeñagransuperpotencia había sido abusada. Odio recordarlo tan claramente, pero no manejo los asuntos de la memoria, y en las siguientes líneas sólo plasmarán los asquerosos recuerdos que siguen vivo en mi consciencia.

Éramos la hermandad personificada, siempre tres, nos unía la sangre, nos queríamos -se suponía- ella mi mejor amiga, él mi mejor amigo, ambos eran mis primos -sí, lo eran-. Fue la noche del 31 de Octubre de 2006 cuando luego de ir a una tokata se me hizo demasiado tarde para volver a mi casa, entonces, me quedé con ellos. Hablamos largo rato, comentamos la tokata y reímos, como siempre lo hacíamos, esa noche confesamos que nos sentíamos orgullosos de ser tan unidos, tan inseparables, a pesar de las peleas de los adultos, esa noche nos abrazamos los tres, y dijimos que jamás nos separaríamos, porque nos unían los mismos amores: el rap y nuestra abuelita. Esa noche, me cagaron la vida, yo dormía, cuando de pronto escuché sollozos, me preocupe y entre sueños levante la mirada, una figura alta -pensé que era ella, quien nuevamente había tenido una pesadilla y venía a buscar cobijo-, me corrí hacia el rincón de la cama, asegurándole un espacio en la cama, para que no se sintiera tan sola.

Error, comencé a sentir que unas manos subían por mi espalda, y desde allí todo es horrible. No tengo la más mínima intención de relatar con lujo de detalles lo que sucedió, recuerdo un cuerpo sobre mí, labios en mi pecho, y también recuerdo con repulsión como sus manos recorrían mi cuerpo, no sé de donde saqué fuerzas para botarlo de la cama, pero lo logré. Él, se encerró en el baño, yo, lloré estúpidamente esperando que saliera el sol y apenas vi claridad, volví a mi casa, y seguí con mi asquerosa y silente vida.

Mis sonrisas escaseaban y la familia especulaba. Me sentía pésimo y no sabía que hacer, no valía la pena denunciar, no hubo penetración, por lo tanto no habían pruebas, las únicas marcas fueron sus manos que se perpetuaron moradamente en mis brazos y posiblemente saliva, en cualquier parte. Tenía todas las de perder, y perdí.

Se escuchó mi voz nuevamente a los cuatro meses del asqueroso incidente, y no solo la mía, la de mi madre y mi abuela también, estaban enfurecidas, pretendían devolverme la inocencia, pero no me la devolvieron, él ya se la había llevado, él, asquerosamente, él, el primogénito del primogénito.

Por qué el nieto modelo, me arrancó la inocencia y se llevó mi felicidad, me convirtió en una mujer fría y vacía, él, tuvo la culpa de mis más grandes desgracias, el generó los traumas conscientes más grandes de mi historia. Luego de aquél episodio jamás volví a ser la niña tierna y sociable, me convertí en un personaje errante que en la otredad veía siempre la oportunidad de venganza, y así lo hizo. Seduje tantas veces, a tantos hombres, los incentive tanto, coqueteé hasta el punto culmine, y cuando estaban en la cima, yo cambiaba de sentido, y los dejaba, llenos de amor, pagando culpas ajenas, y sintiendo que el torrente sanguíneo avanza más fuerte que nunca, era rutina semanal, casi diaria, adoraba hacerlo, adoraba verlos sufrir, la última vez que ví una cara de esas, fue hace cuatro meses.

Sí, ya no lo hago, por qué me enseñaron a querer, y a respetar. Ya no lo hago por qué el dolor se convirtió en rabia y la rabia ya no tiene venganza. No puedo retroceder el tiempo y borrar esa noche de mi historia, pero si puedo construir una historia nueva, sabiendo que cada ser humano es distinto, y que en todo orden de cosas, lo que el opresor quiere, es que el miedo nos paralice y ante eso, hay que saber actuar estratégicamente, el daño ya está causado, pero puedo luchar por qué a otras no les pase, o por lo menos, que su reacción sea más eficaz.

Y cuando mi abuelo nos comunique que él vendrá a presentarnos a su primogénito, recordando a mi querido compañero, diré con coraje: ‘Ese culiao no entra a la casa’, por qué el suyo, es el único olor que pretendo olvidar, para no seguir escribiendo cuentos, recordando que durmió asquerosamente a mi lado.

domingo, 24 de enero de 2010

Ya no habrá luna de miel


Aquella tarde desperté asustada, temía perder aquello que tanto nos había costado construir, recuerdo que fueron los mejores años de mi ‘vida’, me atrevería a decir que fueron los únicos que ‘viví’ como siempre espere vivir. Ahora, me doy cuenta de lo inoportunas que son estas reflexiones, yo misma me encargué de botar mi felicidad a la basura, todo por la ridícula idea de luchar con el fantasma de la mujer más maravillosa que habías conocido, después de mí, o en conjunto. Sí, fue culpa de mi inseguridad, y sinceramente no vale la pena darle vueltas al asunto, fue bonito mientras duró; y valió la pena tanto esfuerzo.

Entré al baño y me desnudé frente al espejo, me sentí más guapa, tenía más poder, entonces, me di una nalgada que me hizo recordar lo bien que se sentía cuando sus grandes manos acariciaban mi cuerpo, escrutando todos los rincones, en la búsqueda de un nuevo sonido para nuestros gemidos. Desnuda, me dirigí al bar de nuestra casa – la que fue nuestro nido y protegió el amor de la juventud-, reserva 2016, un buen Merlot –río- siempre odiamos las copas, pero aquella tarde, me di el lujo de utilizar una de ellas para borrar su imagen.

Me sumergí en la tina con la copa de vino y un cigarro encendido, cerré los ojos intentando recordarte, pero el olvido fue más fuerte y no pude rememorar aquella conversación en la que confesabas amar mi olor. El agua estaba perfecta, y la espuma hacía que me sintiera como la mejor de las putas, tomando el mejor de los baños, después del mejor de los sexos, pero no, por mi cuerpo solo avanzaron tus manos y en mi entrepierna sólo entró tu humanidad. ¡Qué relajo! Hace tiempo que no me sentía tan libre como aquella tarde que transcurrió sin darme cuenta, conmigo en la tina, intentando que el tiempo se detuviese, por qué, realmente mi fragilidad tenía temor de destruirse aún más en pocas horas, pero el ‘encuentro’ era inevitable, así que decidí apurar el tiempo.

Me puse el vestido rojo que tanto odiabas –recuerdo que cada vez que lo llevaba puesto en público debías enfrentarte a tus amigos que me miraban con cara de deseo, y tú, defendiendo la propiedad privada, te alterabas, tomabas mi mano, subías al auto, y allí mismo nos desatábamos en deseo y pasión-, solté mi cabello y me dispuse a acabar con tu imagen. Subí al auto y supe que me esperaba un largo trayecto. El menor de los Valdivieso, había logrado reabrir el céntrico ‘City Hotel’ y aprovechaste la oportunidad para realizar el lanzamiento de tu último libro.

Una invitación de cortesía me obligaba a estar allí, dispuesta a observar en tercera persona cómo nuestro sueño se concretaba. Entré por Compañía y al cruzar Bandera dejé todos mis miedos atrás y antepuse una rígida coraza a mi tierno rostro. Lo observaba todo con detalles y recordaba la primera vez que el destino quiso que conociéramos aquél lugar, la fachada seguía igual y debo reconocer que sentí nostalgia en exceso. Un gorila de aspecto familiar, abre la puerta del auto y me pide las llaves, sensual, tomo su mano y me bajo, entrego las llaves y le guiño el ojo. Me arreglo el vestido y avanzo a paso firme, al entrar al ala izquierda del edificio, el editor de tus últimos tres libros me saluda amablemente queriendo comerme con la mirada, y me informa que el lanzamiento sería en la azotea, agradezco la información y un botones solicita el ascensor.

Al llegar al piso más cercano al cielo, observé con atención las luces de la ciudad, y vislumbré la que fue nuestra casa por tantos años, fijé la mirada en la concurrencia y comencé a reconocer cada vez más caras conocidas que me sonreían y gesticulaban una calurosa bienvenida, miré alrededor y me pude percatar de que ibas subiendo al escenario, por lo que busqué un lugar privilegiado desde el cuál poder observar tu actuación. Te percataste de mi presencia y no me quitaste la vista de encima, le hablabas a tu público, a tu maestro, nuestro querido Alberto, le hablabas a tus familiares, a tus sobrinas que ya eran unas señoritas, le hablabas a todo el mundo, pero no, yo sabía que me hablabas a mí. Reconocí que tu voz se agravó y supe que lo que venía no me iba a gustar, puse atención y de tu boca salieron las palabras que jamás quise escuchar: ‘Nada de esto hubiese sido posible sin el apoyo de mi amada compañera’. Escucho los aplausos, y ella, hermosa como siempre, se levanta de su silla para recibir la gloria.

La escena me supera, no aprendiste nada, já, compañera… sé que me viste, y que me hablabas, y sé que te diste cuenta cuando decidí partir, y el insoportable niñito proyecto de periodista que quiere seguir tus pasos también me vio. Bajé por las escaleras y al llegar al Hall allí estaba, listo para colapsarme con preguntas, lo saludé tiernamente y sentencié: ‘Querido, sabes que siempre respondo tus preguntas, pero este es un pésimo momento, si quieres nos vemos otro día’ Y avancé dejando al fastidioso periodista rosa atrás. Entré con paso firme al Bar, en el ambiente sonaba un clásico 19 días y 500 noches de Sabina.

Pedí vino, y recordé cuanto lo detestaba, me sentía incómoda, el lugar estaba repleto de jóvenes intelectualoides, y yo, había entrado a los treinta, casi un bulto. Una mano se posó en mi espalda, y la voz grave que aún recordaba me hizo estremecer, mientras a mi oído él susurraba ‘Tan guapa como siempre’, me di vuelta y me abalancé sobre su imponente figura. Me ofreció un cigarrillo y me asombré, claro, habían pasado diez años desde que abandonó la universidad y se fue a estudiar cine a París, acompañado de su pareja, el fiel amigo.

Conversamos largamente, el bochornoso momento vivido en la azotea ya casi parecía olvidado, comenzamos a recordar nuestro pasado, cuando éramos compañeros de carrera, y cada día era un coqueteo interminable, hasta que me enteré de que su mejor amigo, también era su pareja, en ese momento todo cambió y nos convertimos en inseparables. Por eso me asombraba su incesante coqueteo y su forma de tomar mis manos, habíamos cambiado demasiado, él ahora, tenía un aspecto de “rock star” que sinceramente logró cautivarme, y yo, bueno, yo era otra desde que la vida me había dado vuelta la espalda.

‘Vuelvo’. Y me dirigí al baño, arreglé mi vestido, de pronto se abrió la puerta, y allí estaba otra vez, me tomó por la cintura y comenzó el juego. No podía creer que haya cambiado tanto. Dejé de pensar y me arriesgué a vivir la primera aventura. ‘¿Vamos a casa?’ –le dije mientras no paraba de coquetearle-. Con la mano indicó que lo esperara y de su bolsillo sacó un pequeño sobre con polvo blanco, qué en un segundo fue absorbido por su nariz y la mía.

Excitados, llegamos al lugar que había sido el templo del amor de juventud. No me importó, yo estaba caliente, él también. No recuerdo sus caricias, pero si sus gemidos, jamás había sentido tanto, el polvo blanco y la hierba, debieron haber ayudado.

En un caos de placer no me di cuenta cuando ella ingresó al juego, ni a la casa, pero su lengua se lucía y me hacía sentir la reina del planeta, yo solo me entregaba a sus manos, ellos, se besaban, me besaban, los tocaba, nos tocábamos, jalábamos y volábamos, no sé cuantos orgasmos fueron, pero fueron los mejores.

Por la mañana desperté con la cabeza destruida y con una mano ajena en la espalda, mientras ella caminaba desnuda a la ducha, él se acurrucaba en mi pecho. Es confuso, no recuerdo, ya no estaban.

Esa noche volví al bar, pero ya no sonaba Sabina, una banda de abuelos penquistas tocaban una melodía que ya conocía, recorrí el lugar con la mirada, pero ya no estaba. En su lugar, un apuesto veinteañero me invitaba a un trago, fui al baño y el polvo blanco que contenía mi origami volvió a entrar en mi nariz, salí y supe lo que venía; sexo, sexo, sexo y más sexo. Me había convertido en Cassia.


miércoles, 20 de enero de 2010

Tú por mí, yo por ti.


No soy buena para escribir historias mágicas e irreales, llenas de risas, sueños y dos princesas vistiéndose para ir a la fiesta en la que se harían reinas; no soy la mejor inventando cuentos en los que se les ve volando por el aire, siendo las estrellas del show y apropiándose del trapecio; no soy buena para disfrazar la realidad de utopía, no soy buena, soy la mejor. Pero ahora, prefiero contar la verdad de aquellas mujercitas.

El mundo conspiró para que se conocieran y se hicieran una, por un buen tiempo, y dejar de serlo de improviso, sin que a nadie le importe. No son las mejores amigas del planeta y no tienen la intención de serlo. Se aman, lo saben, la pequeña gran superpotencia sabe que cuenta incondicionalmente con la enana de los cabellos rojizos, esa que arregla sus días y su habitación, esa que se amurra y al segundo se le cae la pera, evidenciándole al mundo su descontento.

Se juntan para odiar al mundo por su estupidez, y de esa manera elevar su autoestima, son las mujeres perfectas, lo saben, y aún no comprenden por qué hay tanto tiempo para estar juntas, cuando cada una debió estar entregándose en ese preciso instante disfrutando de las más grandes sinfonías de placer, oliendo el funk, viviendo el funk. Son demasiado perfectas como para perder el tiempo con cualquiera.

Saben que ha valido la pena llevar esas ojeras, no dormir por las noches, desgastar la vista, fumar hasta que los pulmones revienten y comer queques del terror con la excusa de volar más alto, saben que todo ha valido la pena, avances y retrocesos han hecho que estas dos súper mujeres sepan que se tienen y eso es lo que importa.

Odian escuchar que otras canten: ‘Tú por mí, yo por ti, iremos juntas donde haya que ir’, tampoco creen en canciones románticas ni en ese amor infinito, viven el momento, se entregan en la búsqueda de un orgasmo placentero, y son felices, como solo ellas lo han inventado.

Y a pesar de ser la mejor inventando fantasías, he preferido escribir la verdad en este texto con dedicatoria especial, la enana de los rojos cabellos, sabe qué es más de lo que he contado, y que si se cristalizara todo, no quedaría magia.

martes, 19 de enero de 2010

Vamos que se puede viste!


Un día me enseñaron a querer, y desde aquél día las contradicciones en mi cabeza abundan, un día me enseñaron que la paz era contemplar mi reflejo en ojos ajenos y sonreírle al mundo sin que importe lo que piensen los demás, un día me enseñaron que aferrándome a otras manos caminaría más segura, un día me enseñaron a disfrutar de las cosas simples de la vida, un día me enseñaron que ha valido la pena, un día reí a carcajadas al ver lo equivocada que estaba, ese día confirmé la existencia de la felicidad, ese mismo día los miedos se apoderaron de mí y escribí aquellas líneas que lo emocionaron hasta las lagrimas, por qué supo que me tenía, incondicionalmente, desafiando las leyes de distancia, gravedad y cuanta porquería ha inventado el hombre para que nuestros destinos no se junten. Días después volví a contemplar la misma mirada, desde más cerca, y hice que esas miradas fueran un poco más mías, me empapé de sonrisas y logré que nuestros pies se juntaran sintiendo cosquillas y sensaciones jamás experimentadas. Ahora, comprendo que su presencia me hace falta, que lo extraño, y que estoy más segura que nunca.

Un día como hoy, llegó el muchacho a Santiago en busca de un sueño, un día como hoy lo espere con ansias, un día como hoy la mente se empezó a juntar con el corazón y entablaron una linda amistad. Entonces, hoy, me atrevo a publicar las líneas más sinceras que mi mente ha redactado y mi puño ha escrito. Hoy le grito al mundo, que me enseñaron a querer y de a poco voy aprendiendo. Vamos que se puede viste!

Ciudad

Una vez Fuguet escribió acerca de las películas de su vida… si tuviese que escribir de los días de mi vida comenzaría por este, lo había esperado conscientemente hace casi tres meses, e inconscientemente, me atrevería a decir que lo esperé desde siempre. Demasiado perfecto para ser cierto, y demasiado cierto para ser fantasía, la mezcla perfecta, sí perfecta aunque hayan faltado palabras, sobraron las miradas, y en la búsqueda del divinísimo no nos dimos cuenta que lo verdaderamente divino se había creado hace poco tiempo atrás en un cerro y se paseaba por Lastarria siendo transportado por aquellos cuerpos que caminaban tomados de la mano.

Y el tiempo se volvió agua, ambos terminamos mojados, corriendo bajo las regaderas del parque como dos niños que comienzan a disfrutar por primera vez de la vida, la vida de verdad, no la que se habían impuesto vivir. Yo sabía que iba a sentir la peor sensación, lo sabía, ese arrepentimiento por no haber dicho, eso que siempre quise decir, y sé que no lo dije por qué simplemente no encontré las palabras precisas, las más sutiles, las más limpias para decir, eso que solo aquellas palabras pérdidas pueden decirte.

Ya le había dicho que nunca esperara nada, y que nunca buscara aquello que necesitaba, por qué tarde o temprano llegaría a él. Aquél día, violando todas nuestras reglas partimos en la búsqueda de aquel lugar que lo haría feliz, que lo haría transportarse, que lo haría volar, que haría que sus ojos brillaran. Nos esforzamos bastante, caminamos juntos y creo que eso hizo que la búsqueda fuese más especial, guiados por confusas palabras seguimos caminando, y cuando supe que estábamos allí, apreté su mano con fuerza, y su mirada se elevó, su semblante se llenó con una sonrisa al ver que había encontrado lo que siempre quiso conocer. Nadie podrá comprender que a pesar de verlo por primera vez, lo conoce mejor que nadie, y es verdad, esa misma felicidad no me invadía, pero a mí me invadía otra felicidad, esa que solo invade cuando ves a quien quieres regocijarse de gozo, por qué junto a ti encontró lo que siempre había buscado.

Se supone que estos son cuentos con olor a durmiendo al lado suyo, y se supone que debería conocer ese olor, lamento confesar que no es así, aún no tengo ese placer, pero un mensaje de texto me acaba de informar que pronto lo tendré, por qué esto recién comienza. Así como él encontró el lugar que siempre había buscado, creo haber encontrado lo que nunca busqué, lo que jamás esperé, aquello que hoy me sorprende con una sonrisa y dos libros, un cigarrillo y una cámara fotográfica. Es difícil aceptarlo, pero soy lo suficientemente mujercita para hacerlo, que el mundo lo escuche “Es el hombre, anhelo que sea mi compañero, y sueño con el día en que me confiese que él anhela lo mismo”

Que ridículo pensar que luego del día más feliz la tristeza se apropiaría de mis actos, aún una sonrisa me acompaña, y no permitiré que deje de hacerlo. Debo confesar que valió la pena la espera, que valió la pena extrañarlo y necesitarlo, soñarlo y mantenerme con la ilusión de qué algún día me vería reflejada en sus ojos. No vale la pena escribir más días, este fue el primer día, de muchos de esos que espero vivir, con esta nueva mujer, con ese único hombre.

Ya no se siente el arrepentimiento, creo que solo me sonrojo mientras el compañero me mira buscando encontrarnos una vez más.

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domingo, 17 de enero de 2010

Segunda Vuelta.

No recuerdo quien decía que para hablar de religión se asumía la existencia de dios. Para hablar de esta segunda vuelta electoral asumimos la realidad de la democracia como una forma mas sutil de administrar un proceso amplio que determina nuestra vida a través de una serie de poderes e instituciones que desde que nacemos hasta que morimos están ahí, amoldando un terreno y configurando representaciones que refuerzan (y nacen) de una practica que se muestra como la única posible si pretendemos “vivir”: valorizar por diversos mecanismos al capital.

Pero lo dicho arriba parece cháchara, verborrea trasnochada, discursito del pasado. Nos dirán que no es lo mismo Frei o Piñera. Que deberíamos habernos inscrito para evitar que la derecha llegue al poder. Porque, y quizás tienen razón, la cosa se pondrá “fea”. ¿Esperamos que la cosa se ponga más bonita con Frei? La esencia es la misma, como se exprese es el punto. ¿No somos inconcientes con la señora juanita que, si sale Piñera, vera recortado sus mínimos beneficios que hoy tenia? Si, muy inconcientes seremos. ¿Son inconcientes todas las señoras juanitas que con su voto legitiman un gobierno que asesina y encarcela al pueblo mapuche, y más aun no es capaz de decir ni pío frente a eso? Si, bastante inconcientes. Pero los glorificadores de la pobreza nos dirán que no podemos “culpar” a tal o cual persona por no darse cuenta. Que deberíamos explicar, concientizar, etc. Algo de razón pueden tener. Si bien el proletariado vive las relaciones de explotación y opresión, las experimenta acorde al mundo invertido que va produciendo en tanto reproduce prácticas contradictorias. También esas mismas generan una serie de ideas que presentan la desigualdad como un mecanismo en el cual te diferencias del otro, donde encuentras una identidad producto de tu capacidad de compra. Donde eres en el mercado, y gracias a el no somos “robocs” en el sentido de todos iguales, pero si robocs en el sentido que actuamos como tales. Y si, en ese aspecto, bajo las premisas mencionadas, tienen razón. Hoy no culpemos a la señora juanita, tampoco nos interesa convencerla, más bien forjar interesa forjar lazos y practicas que vayan debilitando esa realidad de la cual emergen los disfraces de la explotación y el dominio. Cuando en ese contexto decida seguir colaborando y legitimando a nuestros enemigos, pues será nuestra enemiga.

El punto es que de dichas premisas no somos capaces de coherentemente llegar a otras conclusiones. Y eso es por nuestra propia inoperancia en esforzarnos por debilitar esta realidad, porque el comunismo emerja de un modo mas claro. Y es que nosotros mismos, o los que se sientan parte del “nosotros”, somos responsables de dejar las luchas en manos de reformistas…reformistas entendidos como quienes buscan pactar con el capital y no hacer de la misma lucha un mecanismo para modificar cualitativamente la experiencia cotidiana.

Somos nosotros los que ante el predominio de un modo de hacer política en el seno de nuestra clase caemos en la histeria y simplemente asumimos la posición contraria. No nos molestamos en analizar los métodos en que se legitima la “política” que se ha vuelto hegemónica, la liberal burguesa, de partidos y representantes. Simplemente la negamos.

El forjar lazos y practicas que vayan debilitando esa realidad de la cual emergen los disfraces de la explotación y el dominio suena como una afirmación que puede tener diversas aristas, utópica dirán algunos en tanto esta se da de un modo disperso y suele no aclarar nada. Ya sea por sectarismos, egos o dogmatismos, quienes creemos en actuar hoy a través de lo que denominamos una critica ideológica, que es una practica real orientada a socavar la materialidad y metafísica de las relaciones sociales, su naturalización a modo de recién avanzar a un punto donde el proletariado se cuestione entrar en guerra o no en tanto los mismos lazos forjan experiencias antagónicas que se confrontan a la experiencia cotidiana alienada, estamos condenados a seguirnos mirando el ombligo.

A veces no basta con critica la democracia, lo cual es un punto de partida vital, sino tambien ir a lo concreto de lo que significa un gobierno, la separacion que produce "representes/representados", su analogia con el sistema de explotacion y ver de que manera nuestra posicion puede diluir algo real en su legitimidad y que como componente que hace posible el capitalismo es necesario atacarlo al tiempo que lo contraponemos con practicas y lazos que no debemos fetichizarlos, sino intensificarlo a modo de que sea efectivo en tanto varios proletarios comienzan a experimentar la falsedad del orden capitalista como tal y lo viven como opresion.

jueves, 14 de enero de 2010

Nosotros, estadísticas, marionetas, entregados y serviles.


Y pensé en dar la vida luchando por lo que amo, por los que amo, porque el sueño inconsciente de la memoria de tiempos mejores, se concrete. Sin saber que el ideal era sueño, y la concreción utopía, a ojos cerrados me embarqué en una misión que llenaba mi espíritu del valor necesario para nadar contra la corriente. Consciente de que el ser humano es bueno por naturaleza, y el hecho de ser atados, coartados, ordenados, enumerados, identificados como miembros de, usados, aprisionados y estar sujetos a una serie de leyes y ordenanzas, en sumatoria, el hecho de ser gobernados y que a la libertad de su alma, de su naturaleza –lo que los griegos llamaron phisis- de su esencia, fueran impuestas ataduras y deberes morales. Señalando que el más capaz estaría en el poder, y tendría derechos, sobre su vida, su trabajo, su madre, su padre, su esposa y sus hijos. El alma libertaria del cazador de bandas fue subyugada al poder coercitivo de un estado opresor, de una policía corrupta, del vil dinero, de políticos traidores, de profesores nazis, y de universidades que dicen ser públicas, igual de públicas que las playas chilenas, atestadas de burgueses que lucen su mejor figura, su mejor traje de baño y todos los privilegios que les ha otorgado el ser ‘superiores’ y poder esclavizar a millones de personas.

Obreros que creyendo en el progreso, trabajan sin cesar para poder brindarles a sus familias la estabilidad económica que el capitalismo exige, sus ocho, nueve, diez y hasta quince horas de trabajo, se traducen en la quincuagésima parte de la cuota mensual del televisor de plasma que este mes “comprará” a crédito en una casa comercial. Casa comercial que humilla y esclaviza a miles de millones de trabajadores repartidos por el mundo, que laburan a diario, para poder otorgarle a la hija del patrón lo último en lo que a moda respecta, y a la madre de ésta, un utensilio que logre quitarle cinco años de edad, para aparentar que el tiempo pasa en vano, y que su esposo, sigue siendo el mismo de antes, con el mismo amor de antes, con la misma fuerza de antes, con la misma virilidad de antes.

¿Pero qué pasa con la hija y la esposa del obrero? Puede ser que la hija del obrero*, procedente de barrio marginal, a sus quince años haya conocido algo que le abría las puertas de un nuevo mundo, fue su salvación, ahora es su delirio y vive esclavizada a él, cala sus entrañas y la obliga a moverse de forma extraña, ella sigue, no le importa, se agacha, simulando ser un perro, y continúa con su desenfrenado movimiento, ¿tras ella? Un tipo, quizá sea el número veinticinco o veintiséis de los que han pasado por su entrepierna, se mueve también como poseído por un ser extraño, lo llaman ritmo, dicen que aquello que los somete es música, suelen llamarle “regetón”. Suena bien, creo que a veces me dan ganas de bailarlo, pero me contengo, escucho, un poco… “Mami ven para acá que te voy a poseer, tengo billetes, mía tu vas a ser, un bling bling, es lo que te gusta, esta noche te daré lo que te gusta, suéltate gata sata, mata, ponte la mini falda, el dinero lo pongo yo, vamos sube al coche y ponte en acción…” Me contengo… Ahora bien, ¿Dónde está la madre de la joven? Es probable, que a las ocho de la noche, recién haya llegado a casa, agotada porqué la patrona la obligó a atender a los amigos de su esposo, que estaban en una junta. Llena de impotencia, mira a su alrededor, su casa, hecha un desastre y el marido aún no llega, sueña, con un descanso, un respiro, no someterse más. Llega el marido, observa su cara de cansancio, la toma entre sus brazos y la lleva a la habitación, ella, cansada, se niega, él, obstinado continua, y así como una más de tantas otras noches, la mujer se entrega, sin desear nada, sin sentir nada, sin disfrutar nada, por obligación, por cumplir…

Y así mismo nos entregamos nosotros a diario, sí nosotros, los que nos damos cuenta que estamos siendo utilizados, poseídos, espiados y contabilizados, nosotros que creemos hemos alcanzado un estadio superior de la consciencia, por el simple hecho de evidenciar estas realidades, nosotros que creemos ser los forjadores de un nuevo futuro, nosotros los que alzamos la voz –cuando la muchedumbre nos protege, claro está-, nosotros que denunciamos –anónimamente-, nosotros que somos “Los jóvenes conscientes y organizados del país”, nosotros, libertarios, anticapitalistas, anti sistémicos, atiéstateles y anti jurisdiccionales. Nosotros, los hijos de obreros cansados de la opresión, nosotros los hijos de campesinos cuyas tierras han sido usurpadas, nosotros los nietos de la dictadura, nosotros los conejillos de india de esta falsa democracia, nosotros que miramos con atención las campañas publicitarias de los candidatos presidenciales –y reímos a destajo-, nosotros que a cada momento somos exhortados a inscribirnos en los registros electorales, nosotros que ante cualquier coyuntura salimos a la calle a expresar descontento, nosotros que cada once de septiembre alimentamos a los periodistas entregándoles nuestro accionar, para que ellos inventen algo, nosotros el denominado lumpen, nosotros que cada viernes nos emborrachamos, nosotros los subsidiados por las becas del estado, nosotros los hijos de detenidos desaparecidos, nosotros que pretendemos ser vanguardia, nosotros que proclamamos llevar un perfil bajo, nosotros que callamos, nosotros que alimentamos al gigante capitalista, nosotros que criticamos el narcotráfico y sus redes, nosotros que criticamos a la política corrupta, nosotros que compramos marihuana a un soldado, nosotros que viajamos en transantiago, nosotros que permitimos que la policía entre a nuestros campos de estudio, nosotros que permitimos que un profesor nos pase a llevar, nosotros que pagamos arancel, nosotros que protestamos cuando el arancel sube, nosotros, todos nosotros, tú, ella, el del lado, y yo. Nosotros, también nos entregamos a diario, sin ganas, sin sentimientos, sin goce, a un sistema que nos necesita, a un sistema que nos utiliza, a un sistema que nos moldea, nosotros somos sus esclavos, y peor aún asumimos nuestra condición de siervos, y luchamos por ser libertos del yugo opresor, nosotros que nos organizamos, en colectivos, redes, coordinadoras, grupos y demases, nosotros que denunciamos, también nos entregamos al sistema, estudiando, trabajando y simplemente viviendo.

¿Pero qué hacemos? Si ya somos parte de él, una sola alternativa nos queda, boicotearlo desde dentro, apuñalar sus entrañas, cargar su organismo con explosivos. Intentar no sumergirnos más en sus sucias redes, no ser parte de un sistema bancario, apagar la tele, no pagar la micro y robar en el súper, educarnos, pero no como lo pretendían los sofistas, educar nuestra mente para hablar con base, para luchar con base, para quemar con base, para recordarles a los que vienen –porque tengo la certeza de que ya lo saben- que a diario son oprimidos, que treinta simios controlan su vida y que deben hacer algo contra eso.

Pero, ¡Atención! Que la revolución y el cambio no se hacen en la universidad, que es un mundo colapsado de pequeños burgueses que creen ser la elite intelectual, cuando no son más que cómplices del sistema. Los verdaderos cambios se hacen en la calle, en las poblaciones, en la periferia, en el campo, dónde está la consciencia popular, más que eso, donde está la rabia que provoca ser oprimido día a día… allí se hacen los cambios, con ese tipo de personas, no con el compañerito de carrera que pretende egresar y trabajar en el Instituto Nacional, para apoyar a las mentes iluminadas de su nación.
¿Y tú? ¿Qué pretendes hacer? ¿Moverte al ritmo del regetón, o entrenar para saltar las vallas del metro? ¿Embriagarte el viernes, o volarte con el olor a lacrimógena? ¿Comprar al traficante, o tener planta propia? ¿Seguir sobreviviendo, o haz decidido luchar? Y si has decidido luchar, acepta un abrazo caluroso, pero permíteme que haga una última pregunta: Cuando la represión vuelva a atacar, ¿tú que harás? ¿Inmolarte como un mártir? ¿Resistir –luchando-, o arrancar como rata?

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* No se trata de un ataque genérico, simplemente, es el ejemplo más sucio que encontré para reflexionar acerca de lo que hacemos nosotros, hijos de obreros

lunes, 11 de enero de 2010

I D I L I A

No habían razones para detener el viaje, así que siguieron avanzando, sin destino fijo, caminando sobre las nubes que a veces querían entorpecer su caminar, y cual montaña rusa, lograban dar vuelta las situaciones anómalas para convertirlas en experiencias a su favor, experiencias para recordar con cariño, no podían creer que el destino era eso. Estaban atónitos, toda su vida les habían dicho que el futuro sería difícil y que tendrían que pasar por penas y malestares, por rabias y traiciones, por dolor y frustración.

Cuando decidieron construir su mundo paralelo no impusieron leyes que los coartaran, llegaron a un acuerdo y borraron de su vocabulario la palabra imposible. Sabían que estaban hechos para ser felices y trabajaron desde su creación para que el sino existencial se concretara. No sentían dolor ni miedo, estaban seguros de ser el complemento perfecto para caminar por los senderos que en conjunto habían electo, sabían sobrepasar las pequeñas barreras del camino, y confiaban en que el futuro sería mejor.

Eran felices, era su felicidad, un mundo creado a su manera, sin problemas ni faltas. No comprendían las acusaciones que los demás hacían en su contra, no soportaban la idea de ser tildados de ‘seres irreales’. Eran reales, ellos habían electo su realidad, eran realistas, por qué vivían en la realidad que ellos habían creado. No se sentían culpables de pecado alguno, ni cómplices de los dolores del mundo, no creían en las teorías basadas en los temores humanos.

El libre albedrío los había hecho elegir su camino, vivían en un mundo paralelo, dentro del gran espectro de posibilidades que la vida les ofrecía, crearon un paraíso dentro del desierto, y a pesar de que las mariposas, las nubes, y las verdes colinas solo estaban en su mente, vivían el paralelismo con la felicidad que sólo ellos habían inventado.

Los problemas sociales les eran ajenos, no sabían de guerras ni angustias, y las voces que les exigían participación ya casi no se escuchaban, a ellos no les importaba que treinta mil millones de hombres murieran en la Comune de París, ni que la cuarta guerra se haya desatado. Eran felices, solo ellos lo sabían.

Tomados de la mano podían sostener su mundo aparte, y siendo dos en uno podían salvaguardar su felicidad. No entendían por qué los demás se quejaban, tal vez hablaban un idioma diferente, tal vez por eso nunca entendieron.

Tal vez por eso, solo sonrieron y siguieron caminando –sin inmutarse- cuando esta demente quiso hablarles, y terminó gritándoles: ‘Despierten seres inconscientes, Su pasividad me da Asco”

viernes, 8 de enero de 2010

Su nombre no es Aracelly, dicen que el mío sí. Escribo para denunciar y evadir, escribo para liberar y encarcelar en el escrito lo que mi cuerpo no debe dejar que se note, escribo por qué la mayoría de las veces no me escuchan, entonces, tengo la ilusa creencia de que el papel me entiende, o por lo menos deja que lo use para expresar lo que creía no sentir. Escribo por qué amo escribir, y escribo por qué amo la historia, algún día, otros leerán lo que escribo y sabrán que en otros tiempos existió una demente que creía no sentir, y sintió más que ninguna.

Mi madre asegura que todo lo que llega a mis manos muere, y estúpidamente he intentado que nada se pose sobre mis manos, para no hacerlo morir, y ahora que lo pienso mejor, con un lápiz en la mano, me he dado cuenta que ella estaba equivocada, mis escritos no mueren.

Creo que la mejor arma es la oratoria, y que el sueño y la pena son para los débiles. Estoy relativamente demente y eso me gusta, escribo más de cinco mil incoherencias por segundo y sueño con cambiar el mundo.

Soy una femina ácrata y amo la música negra. Tengo tantos personajes como letras en la mente, y para ser sincera, muy pocos conocen a la verdadera, y quienes lo hacen, ríen junto a mí de la simpleza encubierta detrás de tanta parafernalia. También soy el fiel reflejo del opuesto a mi sueño infantil, soy la negación de la negación y el avistamiento del imposible. Soy todo, y no soy nada, adoro complicar las frases para que solo algunos comprendan, que ante la ignorancia gramatical de algunos puedo ser y no ser, pero quienes conocen de letras, saben que soy.

Hace algún tiempo comencé a escribir cuentos con olor a durmiendo al lado tuyo, y por primera vez estos llevan dedicatoria, hecho que me hace sentir vulnerablemente protegida, y felizmente insegura, sí, creo en la felicidad, y lo haré mientras el nosotros dure.

Soy más fantasía que realidad, y soy más vida que sueño, le temo a al fracaso y convivo con él. Me molesta la gente que no es aunque quiera serlo, me molesta la gente que pretende ser, lo que jamás será, y en general, me molesta la gente que sobra, la que no aporta, y la que ve en otros un medio para concretar sus burdos sueños.

Me fascinan sublimemente los escritos en doble columna, los imagino impresos en papel de arroz antiguo, con ese olor a biblioteca vieja, que enciende las pasiones de la historiadora social. Me cautiva el olor de las hojas olvidadas por el pasado, y para homenajear sus años y experiencias, solo puedo vivir como más gusta frente a ellas, tirada en el suelo, con otro, siendo uno.

Me desespera el conformismo, y la pasividad me da asco, me apasiona la historia y me seducen los empastes de las enciclopedias, los periódicos antiguos me hacen evocar sensaciones anheladas en el presente, y los microfilms siempre han sido causantes de mi locura.

Jamás dejaré que el deber ser impere, y prevalecerán en mi actuar las ordenanzas de una mente que se sabe liberta. Repudio la opresión y forjo la guerra social, me gustan las ballenas y los gatos, y a diferencia de las demás misses, tengo mente, sé usarla y no deseo la paz mundial.

PS: No soy el prototipo de mujer, que un hombre descerebrado espera tener.

miércoles, 6 de enero de 2010

Blanca era, Blanca fue, blanca, blanca...



Habíamos hecho un pacto, habíamos aprendido a volar juntos, pero así como jugaba con mi pelo, y el de otras, también jugó con el monstruo que suele vestirse como princesa de blanco. Típica princesa, de carita bonita y apariencia alucinante, ella hacía que se sintiera dueño del mundo en un segundo, y al otro, siempre estaba yo para que la angustia no causara tantos estragos en sus brazos. Ella lo convirtió en otro, él ya no me invitaba a soñar un futuro compartido, yo me fui cansando de estar sola, y él se perdía por semanas. Nos queríamos, ella lo sabía, él fue el culpable, ella sólo le coqueteaba, él la prefirió a ella, y ahora, sin ella o acostumbrado a ella, vuelve por mí, para invitarme a volar. Ya no quiero volar, prefiero tenderme en el pasto, y abanicar la mirada del periodista del momento. El 2009 se fue sin visitar las lejanías del sur!

Ya no quiero volar, prefiero tenderme en el pasto, y abanicar la mirada del periodista del momento. El 2009 se fue sin visitar las lejanías del sur!

viernes, 1 de enero de 2010

Así suena!


Entre revoluciones, barlovento, prensa contestataria, procrastinación, ideales forjados, futuro idealizado, esperar lo inesperable, encuentra lo que jamás imaginó. Cuál proceso gravitacional que modifica el relieve, entra con la fuerza de los vientos planetarios y plantea sus ideas con la convicción concreta del crítico columnista. Ella respira más profundo y piensa en no volar muy alto para que luego el golpe duela menos, él insiste con el coraje argumentativo de la crítica social, que la caída no debe existir. Yo creo que están locos, él me grita que son felices, ella se enorgullece por su coraje, yo intento escribir lo que sucede con la objetividad subjetiva del odio a la primavera, y ella, se cuela entre mis pensamientos para hacer entender que también puedo sentir, yo no quiero ser ella, y no quiero que él seas tu. No no! doble negación constituye afirmación. El cuadrado aristotélico me respalda. Sí, si quiero, por que me gusta que las mariposas vuelen, y que la prensa rosa se apropie de su redacción. Es hermoso saber que entre la historia del periodismo, hay un mensaje encubierto, para el proyecto de historiadora que quiso estudiar literatura.