miércoles, 9 de octubre de 2013

MUTILASTE

Un cuerpo lleno de cicatrices, es un cuerpo fuerte, que ha podido resistir a las heridas.

Obtusamente, contra viento y marea, el pájaro sigue volando con la mirada de los pumas posada en su nuca. No pudieron las fieras matar al ave y beber su sangre.

Ha escapado de sus garras y se ha reivindicado en consecuencia con lo esencial e inmutable. Y aunque contradictorio, el espíritu vence. 

Herido y adolorido, el pájaro pudo volver al nido, recoger el amor necesario, la sabiduría suficiente y el canto primitivo para seguir volando y construyendo.

No pretende matar a las fieras, no porque sea difícil y las condiciones adversas se expresen en tamaño y anatomía. No lo hace porque no quiere hacerlo, porque tiene memoria y en consecuencia con ello el perdón no es opción.

Las heridas hablan. SÍ OCURRIÓ. Prohibido negarlo, prohibido camuflarlo, prohibido olvidarlo y perdonarlo. 

Un cuerpo lleno de cicatrices, es un cuerpo fuerte, que no se dio por vencido y decidió enfrentar la realidad, que no se negó y se obstinó con seguir viviendo.

Hoy el plumaje es más hermoso y los pumas miran desde abajo el vuelo del ave.
Un cuerpo lleno de cicatrices es un cuerpo fuerte.