domingo, 28 de febrero de 2010

Despiértame cuando pase el temblor.



Y mientras intento caminar por mi casa, afirmándome de las paredes, sosteniendo la poca humanidad que me queda y perpetuando la aflicción en mi rostro, me pregunto qué tan necesario será aferrarse a la idea de dios, para sentirse menos débil, con más poder o un poco más a salvo. Por lo menos yo me niego a hacerlo, me niego rotundamente a cerrar mis ojos y recitar la ‘oración’ que mi abuelita me enseñó cuando era pequeña. En mi casa se ha cortado el suministro de luz, y mientras escribo estas inútiles palabras mi madre junta agua y reza el rosario, afuera un personaje en evidente estado de ebriedad grita a los cuatro vientos ‘ENTIENDAN, SU DIOS LOS HA ABANDONADO’ y no concuerdo con él, por qué es imposible el abandono de lo inexistente, esto no es la idea de dios, esto no es el castigo divino, esto es un simple movimiento de placas tectónicas que ha liberado energía y han provocado el consecuente movimiento de la corteza terrestre, simple.

Pero este movimiento telúrico tiene expectante al país, con gente durmiendo en las calles, multitudes desesperadas, ciudades completas devastadas, hombres y mujeres sin esperanza y a mí, pensando en él y su familia.

Hola, mi nombre es Aracelly y me enamoré -olviden esta guebá!- de un penquista. Antes de que todo pasara le habíamos dicho a nuestra Celestina que nuestra única premisa era no enamorarnos, pero acostumbrada a revertirlo todo, tomé nuestra premisa y me la metí en el bolsillo. Así fue como la literatura nos fue encantando y la prensa contestataria se empeñó en juntarnos. Una calurosa mañana Santiaguina nos miramos a los ojos y paseamos por el cerro Huelén; fue la mejor mañana, el nosotros, los demás, su felicidad, el Hotel City, y mis sonrisas, fuimos la perfección; así, hasta ahora, aunque no nos miremos a los ojos, por qué 840 kilómetros nos separan.

Ahora, nos separan 840 kilómetros y las carreteras cortadas, su ciudad aislada y la asquerosa noticia de que el sur de Chile ha sido devastado por el sexto terremoto más intenso de la historia de la humanidad. Nos separa la tecnología, que al fin y al cabo no ha servido de nada, por qué la telefonía celular no ha logrado que me comunique con el muchacho de los ojos verdes. Sí, el planeta ha conspirado para separarnos, pero como diría un gran amigo, ‘el lema es ver lo que une por sobre lo que separa´, entonces, nos une el cariño, mi preocupación y probablemente nos una su desesperación al sentirse incomunicado, también nos debe unir la frustración que siente al no poder comunicar, siendo comunicador, nos une el chaleco que le terminé de tejer horas antes del terremoto, nos une el libro que me regaló, nos une la carta que me escribió – que hoy se ha convertido en lo más leído de la historia mundial- y nos unen los recuerdos, de dos locos felices descubriéndose encontrados.

Pero no basta, por qué no me conformo, por qué aún no se de él, y me desespera imaginar que quizás él no sabe de su familia, no basta por qué me da rabia ver el desayuno en la mesa, mientras por la radio dicen que no hay agua en San Pedro de la Paz. No basta, por qué la desesperación a veces puede más que yo, y no hago más que causar estragos en los nervios de mi madre, mientras lloro tendida en mi cama, aferrada al chaleco gris, que hoy me acompaña.

[Una réplica de seis grados en la escala de Richter se ha registrado en la octava región, más información con nuestro corresponsal en terreno] Miro a mi madre, enciendo el millonésimo cigarrillo e intento recordar sus ojos consolantes, mientras su boca me explicaba que debía partir.

Aviso de utilidad pública: Despiértenme cuando pase el temblor, se hayan restablecido las comunicaciones y me digan que el muchacho de los ojos verdes y toda su familia están bien, despiértenme cuando la angustia sea menos angustiosa y la espera se limite a la nada, despiértenme cuando sepan que voy a dejar de desesperarme a cada segundo. Y si no es así, mejor no me despierten, por qué sin el compañero de mis días se extingue la sonrisa de mi rostro, y sin esa inmensa sonrisa, no quedan más motivos para seguir despierta.

martes, 23 de febrero de 2010

Había una vez


Nunca hubo tanto alboroto en aquella ciudad, los pájaros cantaban las veintisiete horas que aquellos locos le habían inventado al día, la policía hacía bien su trabajo, los bomberos llenaban las piscinas que los mineros habían construido en las calles, y ellos, como siempre eran felices.

Pero como es normal en el ser humano, no pudieron estar conformes con tanta felicidad, y salieron a buscar problemas, así fue como los encontraron, el ambiente estaba agitado, por qué él había soltado la mano de su compañera y ella había comenzado a caminar sola en la dirección contraria. Los pájaros en sus cantos intentaban hacerles entender que debían ser uno otra vez, y los policías arrestaban ladrones para que no hubiese peligro en el camino de la joven, las piscinas se construían para que alguno de los dos cayera y se ahogara, de esa manera, gritaría y pediría auxilio, y así el otro llegaría a salvarlo, y se darían cuenta que no hay nada peor que estar solos.

No fue necesario ocupar las piscinas, de pronto, él comenzó a seguirla, corrió tras ella, y cuando la alcanzó prometió no volver a soltar su mano, ella lo miro con ternura y prometió no caminar en sentido contrario, desde ese momento, todo volvió a la normalidad, y los asaltantes salieron a la calle, los policías volvieron a ser corruptos, los bomberos se embriagaron en los cuarteles, y los mineros comenzaron a exigir un nuevo reajuste. Ellos perplejos ante la realidad, decidieron trabajar en conjunto para lograr un futuro mejor, ahora de la mano forjan un nuevo porvenir y trabajan a diario para ser felices y disfrutarse un poco más, quererse un poco más, coquetearse un poco más, y de esa manera, sentirse un poco más seguros. La noche calló y él tomó el tren de vuelta a su ciudad, ella lo despidió con lágrimas en los ojos, pero sabía que pronto volverían a ser uno, por mientras, ambos trabajarían en sus proyectos personales, teniendo al otro en la mente, usándolo como combustible que se quema para dar movilidad al mundo.

Ni en los cuentos de hadas existe la perfección.

sábado, 6 de febrero de 2010

No More!

Lo admiraba, hasta hoy, cuando mirándome con desprecio dijo 'La respuesta es simple, yo soy hombre, y tu cabra de mierda, eres mujer, yo tengo el poder, esa es mi casa, es mi familia, todo es mío, yo, lo tengo todo, tu tienes nada' Entonces lo mire asqueada y respondí: 'Sí, soy mujer, si esta es tu casa, sí todo es tuyo, pero jamás dirán que mi familia se destruyó por la perversión de mi nieto. Sí gueón! por qué tu familia es una mierda, porqué tu realidad es una mierda, y no quiero ser parte de tu mierda, asquerosa y bastarda, que me despierta en las noches y me quita lo poco y nada que tenía, Sí, soy mujer y estoy orgullosa de serlo, porqué no me trago tu puto machismo y tu cobardía'

Y así se cerró un capitulo más en mi compleja vida. Entonces besé a mi abuela, y abracé a mi madre, le tomé la mano y salimos a caminar, orgullosas de tener lo poco que tenemos y de ser lo mucho que somos.

El viejo comunista, sindicalista y luchador social jamás pudo comprender que su despreciable nieta fuese ácrata, y que apreciara la capucha que encubre actos de coraje y rebeldía, que para los demás son vandalismo. El jefe de familia jamás comprendió lo que era la comunidad, y se encerró solo en su machismo, y se refugió en gritos y los encubrió todo con una cara de apatía que cada día hace que mi aborrecimiento crezca.

Cuando sea grande no quiero ser como mi tata.

Insisto: Su pasividad me da asco!

viernes, 5 de febrero de 2010

Muere Amor, Muere


Y es tan sublime que la muerte sea un tema superficial para nosotros, y entre coqueteos y miradas cómplices le enseñamos a ese pequeño ser humano que la muerte, era un suceso inevitable, casi reversible, y entre carcajadas y cosquillas no era extraño que murieras, y que resucitaras al instante. Pero, ¿Qué es la muerte? Según un sabelotodo la muerte es, en esencia, la extinción del proceso homeostático y por ende el fin de la vida, ¿Y la vida? es lo que sucede mientras te mueres, así de simple, de tal modo que mi misión queda inconclusa, y no tengo mayores ganas de seguir investigando sobre este tema. Puedo reír a carcajadas recordando todas las veces que te he pedido que mueras para extrañarte un poco, para sentirte menos mío. Es que me encantas, y me encanta saber que te tengo, y estoy tan segura de eso, que aveces me entra curiosidad y me gustaría saber que se siente no tenerte, no quererte, que no me tengas y que no me quieras.


Pero, si analizo mi más recurrente enunciado, podré notar que soy la persona más contradictoria del planeta, según los melosos enamorados que suelo odiar, amor significa sin muerte. Complejo! por qué incluso inconscientemente te pido que no mueras, que te quedes, que sigamos siendo, que no fallezcamos. Muere sin muerte, muere. O tal vez es un glorioso canto elevado al cielo pidiendo que te hagas infinito, no sé, no me importa, ahora sólo sé una cosa:


Si algún día llegas a morir, en ese mismo momento me hago gusano, para seguir comiéndote, por qué me encantas, por qué tienes el sabor más delicioso, y por qué incluso bajo tierra, te haré mío.