domingo, 17 de enero de 2010

Segunda Vuelta.

No recuerdo quien decía que para hablar de religión se asumía la existencia de dios. Para hablar de esta segunda vuelta electoral asumimos la realidad de la democracia como una forma mas sutil de administrar un proceso amplio que determina nuestra vida a través de una serie de poderes e instituciones que desde que nacemos hasta que morimos están ahí, amoldando un terreno y configurando representaciones que refuerzan (y nacen) de una practica que se muestra como la única posible si pretendemos “vivir”: valorizar por diversos mecanismos al capital.

Pero lo dicho arriba parece cháchara, verborrea trasnochada, discursito del pasado. Nos dirán que no es lo mismo Frei o Piñera. Que deberíamos habernos inscrito para evitar que la derecha llegue al poder. Porque, y quizás tienen razón, la cosa se pondrá “fea”. ¿Esperamos que la cosa se ponga más bonita con Frei? La esencia es la misma, como se exprese es el punto. ¿No somos inconcientes con la señora juanita que, si sale Piñera, vera recortado sus mínimos beneficios que hoy tenia? Si, muy inconcientes seremos. ¿Son inconcientes todas las señoras juanitas que con su voto legitiman un gobierno que asesina y encarcela al pueblo mapuche, y más aun no es capaz de decir ni pío frente a eso? Si, bastante inconcientes. Pero los glorificadores de la pobreza nos dirán que no podemos “culpar” a tal o cual persona por no darse cuenta. Que deberíamos explicar, concientizar, etc. Algo de razón pueden tener. Si bien el proletariado vive las relaciones de explotación y opresión, las experimenta acorde al mundo invertido que va produciendo en tanto reproduce prácticas contradictorias. También esas mismas generan una serie de ideas que presentan la desigualdad como un mecanismo en el cual te diferencias del otro, donde encuentras una identidad producto de tu capacidad de compra. Donde eres en el mercado, y gracias a el no somos “robocs” en el sentido de todos iguales, pero si robocs en el sentido que actuamos como tales. Y si, en ese aspecto, bajo las premisas mencionadas, tienen razón. Hoy no culpemos a la señora juanita, tampoco nos interesa convencerla, más bien forjar interesa forjar lazos y practicas que vayan debilitando esa realidad de la cual emergen los disfraces de la explotación y el dominio. Cuando en ese contexto decida seguir colaborando y legitimando a nuestros enemigos, pues será nuestra enemiga.

El punto es que de dichas premisas no somos capaces de coherentemente llegar a otras conclusiones. Y eso es por nuestra propia inoperancia en esforzarnos por debilitar esta realidad, porque el comunismo emerja de un modo mas claro. Y es que nosotros mismos, o los que se sientan parte del “nosotros”, somos responsables de dejar las luchas en manos de reformistas…reformistas entendidos como quienes buscan pactar con el capital y no hacer de la misma lucha un mecanismo para modificar cualitativamente la experiencia cotidiana.

Somos nosotros los que ante el predominio de un modo de hacer política en el seno de nuestra clase caemos en la histeria y simplemente asumimos la posición contraria. No nos molestamos en analizar los métodos en que se legitima la “política” que se ha vuelto hegemónica, la liberal burguesa, de partidos y representantes. Simplemente la negamos.

El forjar lazos y practicas que vayan debilitando esa realidad de la cual emergen los disfraces de la explotación y el dominio suena como una afirmación que puede tener diversas aristas, utópica dirán algunos en tanto esta se da de un modo disperso y suele no aclarar nada. Ya sea por sectarismos, egos o dogmatismos, quienes creemos en actuar hoy a través de lo que denominamos una critica ideológica, que es una practica real orientada a socavar la materialidad y metafísica de las relaciones sociales, su naturalización a modo de recién avanzar a un punto donde el proletariado se cuestione entrar en guerra o no en tanto los mismos lazos forjan experiencias antagónicas que se confrontan a la experiencia cotidiana alienada, estamos condenados a seguirnos mirando el ombligo.

A veces no basta con critica la democracia, lo cual es un punto de partida vital, sino tambien ir a lo concreto de lo que significa un gobierno, la separacion que produce "representes/representados", su analogia con el sistema de explotacion y ver de que manera nuestra posicion puede diluir algo real en su legitimidad y que como componente que hace posible el capitalismo es necesario atacarlo al tiempo que lo contraponemos con practicas y lazos que no debemos fetichizarlos, sino intensificarlo a modo de que sea efectivo en tanto varios proletarios comienzan a experimentar la falsedad del orden capitalista como tal y lo viven como opresion.

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