lunes, 11 de octubre de 2010

De la ausencia y de ti.-

Hace un año terminé de editar mi primer y único libro, único en todas las acepciones del concepto; único por su naturaleza, único por su exclusividad y por sobre todo único por la historia que se escribía tras su realización. La historia de una demente que por primera vez se atrevía a hacer lo que siempre quiso hacer, la historia de una muchacha llena de felicidad que en su camino había encontrado un compañero, un hombre perfecto que le había enseñado a dejar atrás sus miedos y avanzar con coraje en la vida, la historia de un hombre valiente que dejaba al descubierto los trazos más secretos de su vida ante la mujer de la sonrisa amplia que se perdía en su mirada cada vez que podía. Esa es y sigue siendo la historia más perfecta del planeta, cargada de amor y lealtades, de compañerismo y reciprocidad, de felicidad, de distancia, de recuerdos y de presentes que se conjugan en un mismo tiempo, el tiempo que los personajes principales de aquella historia han inventado para poder sonreír más y acongojarse menos, para salvarse cada vez que el destino los junta y para ser un poco más reales.

Hace un año también estabas de cumpleaños y también fui feliz, hace un año veía como se comenzaba a dibujar un lindo horizonte, y hoy con la misma sonrisa en la cara puedo presenciar cómo el horizonte se comienza a cristalizar, hoy y luego de una gran sequía ha vuelto a llover, he vuelto a escribir con el corazón agigantado como cada vez que escribo para ti.

Tengo la certeza de que caminando por Subida Ecuador y paseando por los inexorables confines del actual centro cultural “Ex Cárcel” recordaste los ojos vidriosos de la que hoy escribe pensando en tus sonrisas; conmigo está la absoluta convicción de que aquellos cerros nos acogerán en su vientre para ser más felices que antes; aún sigo creyendo que nos esperan los mejores momentos en la piedra feliz, en el cerro Toro, en la plaza Echaurren, en el roma, en avenida Argentina, en los recovecos del Cordillera, en la posmodernidad del Alegre y en la eternidad del nosotros.

Hoy, después de tanto camino recorrido y tan lejos de mis cerros la luna aún no ha podido encontrarme, entonces, supongo que has ganado tu apuesta y debes estar listo, porque te pasaré a buscar en un auto alado para que juntos sigamos viajando entre nuestros sueños, bordeando realidades que pronto están por venir.

Hoy, insisto en lo que dije hace un año: Gracias a ti por estar conmigo.-