viernes, 23 de julio de 2010

Blablabla

Yo recuerdo cuando las penas se pasaban sujetándome a tu mano y escapando del mundo en un suspiro, cuando éramos dos y tú eras uno y todo para mí, cuando volar era tan fácil que lo hacíamos a diario, cuando mi vida giraba en torno a tu figura y tu mirabas con esos ojos cómplices todas y cada una de mis locuras, cuando los árboles susurraban un romance y nosotros reíamos en sus caras… cuando las hojas secas eran un colchón perfecto para observar el cielo, juntos…

Yo recuerdo cuando te amaba con locura, y los demás envidiaban nuestro cariño, cuando todo era un secreto, incluso para mí, yo recuerdo que empecé a escribir por ti y para ti, yo recuerdo ese primer libro y las frases inertes que cobraban vida solo para nosotros “escribir con acentos para que ríamos” . Y recuerdo también ese día, en que dejé de lado el cumpleaños de mi madre, para sentarme a tu lado y escuchar la verdad, para sentirme morir por dentro y apoyarte con una sonrisa.

Y ahora, eso es lo que somos, solamente el recuerdo inerte de lo que algún día fuimos, de lo que creí que fuimos, infinitamente fugaces como la primera mirada, sublimes como aquél día en que sentí que se me iba la vida y la devolviste con una caricia, dementes como siempre, felices sólo como nosotros supimos serlo, eternos… no, eternos no fuimos, o eso intento asumir

sábado, 10 de julio de 2010

¿Dónde están las musas?

Hace dos semanas atrás le pedía al reloj un poco de tiempo para mi, tiempo para escribir, tiempo para vivir, tiempo para seguir creciendo, y hoy luego de la vorágine universitaria no sé qué hacer con tanto tiempo, las musas se han escapado a los cerros, y yo sinceramente no quiero correr tras ellas…

Y en el afán rebuscado de escribir, aunque sea sin inspiración recuerdo momentos precisos que no quiero detallar porque acabaría con mi magia, magia procedente de las tierras de Mimún… entonces ya lo dije todo y quedo sin historias para volar un poco, podría inventar otro romance porteño, pero volvería al tema anterior haciendo la conexión con una hermosa carta que recibí ayer, ¿entonces? Entonces les cuento a ustedes, estimados lectores que me siento un poco muerta…

Pero, como no pertenezco a la corriente derrotista, llorona y corta venas… intentaré resucitar… ¡EN ESTE MOMENTO!

El gato esperó al ratón. Fin.

sábado, 3 de julio de 2010

Yo a ti...


Yo a ti te adoro por ese son porteño que tantas sonrisas le ha regalado a mi rostro, por ese compás tambaleante entre lo habitual y lo desconocido que deja en jaque mis jugadas más planificadas, por esa certeza al hablar que me estremece cada vez que escucho tu voz, por las llamadas a media noche confesando que al puerto le hace falta una loca y que en tu cama sobra un espacio.

Yo a ti te adoro por esa mirada impenetrable de un pasado adolorido que hoy me pena, por esa complicidad en cada gesto, por esa sonrisa que me alienta a seguir luchando, por esa fortaleza que me dice al oído que no deje de hacer lo que amo, por esas mañanas eternas en las que el enemigo es más común que nunca.

Yo a ti te adoro por esas noches que están por venir, por esas conversaciones que nos faltan, por los momentos que pronto llegarán.

Yo a ti te adoro, porque en la simpleza del saber que existes se valida mi más valioso tesoro, yo te adoro, porque no adorarte sería una sensatez que mi locura reprocharía, y porque quiero vivir en la locura de lo prohibido, en la locura de lo difícil, en la locura de lo común...