martes, 19 de enero de 2010

Vamos que se puede viste!


Un día me enseñaron a querer, y desde aquél día las contradicciones en mi cabeza abundan, un día me enseñaron que la paz era contemplar mi reflejo en ojos ajenos y sonreírle al mundo sin que importe lo que piensen los demás, un día me enseñaron que aferrándome a otras manos caminaría más segura, un día me enseñaron a disfrutar de las cosas simples de la vida, un día me enseñaron que ha valido la pena, un día reí a carcajadas al ver lo equivocada que estaba, ese día confirmé la existencia de la felicidad, ese mismo día los miedos se apoderaron de mí y escribí aquellas líneas que lo emocionaron hasta las lagrimas, por qué supo que me tenía, incondicionalmente, desafiando las leyes de distancia, gravedad y cuanta porquería ha inventado el hombre para que nuestros destinos no se junten. Días después volví a contemplar la misma mirada, desde más cerca, y hice que esas miradas fueran un poco más mías, me empapé de sonrisas y logré que nuestros pies se juntaran sintiendo cosquillas y sensaciones jamás experimentadas. Ahora, comprendo que su presencia me hace falta, que lo extraño, y que estoy más segura que nunca.

Un día como hoy, llegó el muchacho a Santiago en busca de un sueño, un día como hoy lo espere con ansias, un día como hoy la mente se empezó a juntar con el corazón y entablaron una linda amistad. Entonces, hoy, me atrevo a publicar las líneas más sinceras que mi mente ha redactado y mi puño ha escrito. Hoy le grito al mundo, que me enseñaron a querer y de a poco voy aprendiendo. Vamos que se puede viste!

Ciudad

Una vez Fuguet escribió acerca de las películas de su vida… si tuviese que escribir de los días de mi vida comenzaría por este, lo había esperado conscientemente hace casi tres meses, e inconscientemente, me atrevería a decir que lo esperé desde siempre. Demasiado perfecto para ser cierto, y demasiado cierto para ser fantasía, la mezcla perfecta, sí perfecta aunque hayan faltado palabras, sobraron las miradas, y en la búsqueda del divinísimo no nos dimos cuenta que lo verdaderamente divino se había creado hace poco tiempo atrás en un cerro y se paseaba por Lastarria siendo transportado por aquellos cuerpos que caminaban tomados de la mano.

Y el tiempo se volvió agua, ambos terminamos mojados, corriendo bajo las regaderas del parque como dos niños que comienzan a disfrutar por primera vez de la vida, la vida de verdad, no la que se habían impuesto vivir. Yo sabía que iba a sentir la peor sensación, lo sabía, ese arrepentimiento por no haber dicho, eso que siempre quise decir, y sé que no lo dije por qué simplemente no encontré las palabras precisas, las más sutiles, las más limpias para decir, eso que solo aquellas palabras pérdidas pueden decirte.

Ya le había dicho que nunca esperara nada, y que nunca buscara aquello que necesitaba, por qué tarde o temprano llegaría a él. Aquél día, violando todas nuestras reglas partimos en la búsqueda de aquel lugar que lo haría feliz, que lo haría transportarse, que lo haría volar, que haría que sus ojos brillaran. Nos esforzamos bastante, caminamos juntos y creo que eso hizo que la búsqueda fuese más especial, guiados por confusas palabras seguimos caminando, y cuando supe que estábamos allí, apreté su mano con fuerza, y su mirada se elevó, su semblante se llenó con una sonrisa al ver que había encontrado lo que siempre quiso conocer. Nadie podrá comprender que a pesar de verlo por primera vez, lo conoce mejor que nadie, y es verdad, esa misma felicidad no me invadía, pero a mí me invadía otra felicidad, esa que solo invade cuando ves a quien quieres regocijarse de gozo, por qué junto a ti encontró lo que siempre había buscado.

Se supone que estos son cuentos con olor a durmiendo al lado suyo, y se supone que debería conocer ese olor, lamento confesar que no es así, aún no tengo ese placer, pero un mensaje de texto me acaba de informar que pronto lo tendré, por qué esto recién comienza. Así como él encontró el lugar que siempre había buscado, creo haber encontrado lo que nunca busqué, lo que jamás esperé, aquello que hoy me sorprende con una sonrisa y dos libros, un cigarrillo y una cámara fotográfica. Es difícil aceptarlo, pero soy lo suficientemente mujercita para hacerlo, que el mundo lo escuche “Es el hombre, anhelo que sea mi compañero, y sueño con el día en que me confiese que él anhela lo mismo”

Que ridículo pensar que luego del día más feliz la tristeza se apropiaría de mis actos, aún una sonrisa me acompaña, y no permitiré que deje de hacerlo. Debo confesar que valió la pena la espera, que valió la pena extrañarlo y necesitarlo, soñarlo y mantenerme con la ilusión de qué algún día me vería reflejada en sus ojos. No vale la pena escribir más días, este fue el primer día, de muchos de esos que espero vivir, con esta nueva mujer, con ese único hombre.

Ya no se siente el arrepentimiento, creo que solo me sonrojo mientras el compañero me mira buscando encontrarnos una vez más.

____________


1 comentario:

  1. PS: Adoro la imagen, adoro a esos hombres que me alegran el día sólo con saber que existen. Al guapito que va contra la corriente, lamento informarle que no me importa si no le gusta la fotografía.

    ResponderEliminar