Y pensé en dar la vida luchando por lo que amo, por los que amo, porque el sueño inconsciente de la memoria de tiempos mejores, se concrete. Sin saber que el ideal era sueño, y la concreción utopía, a ojos cerrados me embarqué en una misión que llenaba mi espíritu del valor necesario para nadar contra la corriente. Consciente de que el ser humano es bueno por naturaleza, y el hecho de ser atados, coartados, ordenados, enumerados, identificados como miembros de, usados, aprisionados y estar sujetos a una serie de leyes y ordenanzas, en sumatoria, el hecho de ser gobernados y que a la libertad de su alma, de su naturaleza –lo que los griegos llamaron phisis- de su esencia, fueran impuestas ataduras y deberes morales. Señalando que el más capaz estaría en el poder, y tendría derechos, sobre su vida, su trabajo, su madre, su padre, su esposa y sus hijos. El alma libertaria del cazador de bandas fue subyugada al poder coercitivo de un estado opresor, de una policía corrupta, del vil dinero, de políticos traidores, de profesores nazis, y de universidades que dicen ser públicas, igual de públicas que las playas chilenas, atestadas de burgueses que lucen su mejor figura, su mejor traje de baño y todos los privilegios que les ha otorgado el ser ‘superiores’ y poder esclavizar a millones de personas.
Obreros que creyendo en el progreso, trabajan sin cesar para poder brindarles a sus familias la estabilidad económica que el capitalismo exige, sus ocho, nueve, diez y hasta quince horas de trabajo, se traducen en la quincuagésima parte de la cuota mensual del televisor de plasma que este mes “comprará” a crédito en una casa comercial. Casa comercial que humilla y esclaviza a miles de millones de trabajadores repartidos por el mundo, que laburan a diario, para poder otorgarle a la hija del patrón lo último en lo que a moda respecta, y a la madre de ésta, un utensilio que logre quitarle cinco años de edad, para aparentar que el tiempo pasa en vano, y que su esposo, sigue siendo el mismo de antes, con el mismo amor de antes, con la misma fuerza de antes, con la misma virilidad de antes.
¿Pero qué pasa con la hija y la esposa del obrero? Puede ser que la hija del obrero*, procedente de barrio marginal, a sus quince años haya conocido algo que le abría las puertas de un nuevo mundo, fue su salvación, ahora es su delirio y vive esclavizada a él, cala sus entrañas y la obliga a moverse de forma extraña, ella sigue, no le importa, se agacha, simulando ser un perro, y continúa con su desenfrenado movimiento, ¿tras ella? Un tipo, quizá sea el número veinticinco o veintiséis de los que han pasado por su entrepierna, se mueve también como poseído por un ser extraño, lo llaman ritmo, dicen que aquello que los somete es música, suelen llamarle “regetón”. Suena bien, creo que a veces me dan ganas de bailarlo, pero me contengo, escucho, un poco… “Mami ven para acá que te voy a poseer, tengo billetes, mía tu vas a ser, un bling bling, es lo que te gusta, esta noche te daré lo que te gusta, suéltate gata sata, mata, ponte la mini falda, el dinero lo pongo yo, vamos sube al coche y ponte en acción…” Me contengo… Ahora bien, ¿Dónde está la madre de la joven? Es probable, que a las ocho de la noche, recién haya llegado a casa, agotada porqué la patrona la obligó a atender a los amigos de su esposo, que estaban en una junta. Llena de impotencia, mira a su alrededor, su casa, hecha un desastre y el marido aún no llega, sueña, con un descanso, un respiro, no someterse más. Llega el marido, observa su cara de cansancio, la toma entre sus brazos y la lleva a la habitación, ella, cansada, se niega, él, obstinado continua, y así como una más de tantas otras noches, la mujer se entrega, sin desear nada, sin sentir nada, sin disfrutar nada, por obligación, por cumplir…
Y así mismo nos entregamos nosotros a diario, sí nosotros, los que nos damos cuenta que estamos siendo utilizados, poseídos, espiados y contabilizados, nosotros que creemos hemos alcanzado un estadio superior de la consciencia, por el simple hecho de evidenciar estas realidades, nosotros que creemos ser los forjadores de un nuevo futuro, nosotros los que alzamos la voz –cuando la muchedumbre nos protege, claro está-, nosotros que denunciamos –anónimamente-, nosotros que somos “Los jóvenes conscientes y organizados del país”, nosotros, libertarios, anticapitalistas, anti sistémicos, atiéstateles y anti jurisdiccionales. Nosotros, los hijos de obreros cansados de la opresión, nosotros los hijos de campesinos cuyas tierras han sido usurpadas, nosotros los nietos de la dictadura, nosotros los conejillos de india de esta falsa democracia, nosotros que miramos con atención las campañas publicitarias de los candidatos presidenciales –y reímos a destajo-, nosotros que a cada momento somos exhortados a inscribirnos en los registros electorales, nosotros que ante cualquier coyuntura salimos a la calle a expresar descontento, nosotros que cada once de septiembre alimentamos a los periodistas entregándoles nuestro accionar, para que ellos inventen algo, nosotros el denominado lumpen, nosotros que cada viernes nos emborrachamos, nosotros los subsidiados por las becas del estado, nosotros los hijos de detenidos desaparecidos, nosotros que pretendemos ser vanguardia, nosotros que proclamamos llevar un perfil bajo, nosotros que callamos, nosotros que alimentamos al gigante capitalista, nosotros que criticamos el narcotráfico y sus redes, nosotros que criticamos a la política corrupta, nosotros que compramos marihuana a un soldado, nosotros que viajamos en transantiago, nosotros que permitimos que la policía entre a nuestros campos de estudio, nosotros que permitimos que un profesor nos pase a llevar, nosotros que pagamos arancel, nosotros que protestamos cuando el arancel sube, nosotros, todos nosotros, tú, ella, el del lado, y yo. Nosotros, también nos entregamos a diario, sin ganas, sin sentimientos, sin goce, a un sistema que nos necesita, a un sistema que nos utiliza, a un sistema que nos moldea, nosotros somos sus esclavos, y peor aún asumimos nuestra condición de siervos, y luchamos por ser libertos del yugo opresor, nosotros que nos organizamos, en colectivos, redes, coordinadoras, grupos y demases, nosotros que denunciamos, también nos entregamos al sistema, estudiando, trabajando y simplemente viviendo.
¿Pero qué hacemos? Si ya somos parte de él, una sola alternativa nos queda, boicotearlo desde dentro, apuñalar sus entrañas, cargar su organismo con explosivos. Intentar no sumergirnos más en sus sucias redes, no ser parte de un sistema bancario, apagar la tele, no pagar la micro y robar en el súper, educarnos, pero no como lo pretendían los sofistas, educar nuestra mente para hablar con base, para luchar con base, para quemar con base, para recordarles a los que vienen –porque tengo la certeza de que ya lo saben- que a diario son oprimidos, que treinta simios controlan su vida y que deben hacer algo contra eso.
Pero, ¡Atención! Que la revolución y el cambio no se hacen en la universidad, que es un mundo colapsado de pequeños burgueses que creen ser la elite intelectual, cuando no son más que cómplices del sistema. Los verdaderos cambios se hacen en la calle, en las poblaciones, en la periferia, en el campo, dónde está la consciencia popular, más que eso, donde está la rabia que provoca ser oprimido día a día… allí se hacen los cambios, con ese tipo de personas, no con el compañerito de carrera que pretende egresar y trabajar en el Instituto Nacional, para apoyar a las mentes iluminadas de su nación.
¿Y tú? ¿Qué pretendes hacer? ¿Moverte al ritmo del regetón, o entrenar para saltar las vallas del metro? ¿Embriagarte el viernes, o volarte con el olor a lacrimógena? ¿Comprar al traficante, o tener planta propia? ¿Seguir sobreviviendo, o haz decidido luchar? Y si has decidido luchar, acepta un abrazo caluroso, pero permíteme que haga una última pregunta: Cuando la represión vuelva a atacar, ¿tú que harás? ¿Inmolarte como un mártir? ¿Resistir –luchando-, o arrancar como rata?
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* No se trata de un ataque genérico, simplemente, es el ejemplo más sucio que encontré para reflexionar acerca de lo que hacemos nosotros, hijos de obreros
Es curioso que, al final, todos los movimientos revolucionarios se topen la cola con el mismo elemento.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con soñar, con creer en utopias y luchar por un mundo mejor, no solo para algunos, sino para todos. Con lo que no estoy de acuerdo, es con la forma de... El motor universal es el amor, en cualquiera de sus expresiones... incluso en la de un dios omnipotente con una conciencia tan similar a la nuestra... un absurdo... y el amor no permite el llamar a "salir a la calle a combatir"... la lucha de clases tiene el mismo problema que el clasista: la ambición, la codicia de poseer y acaudalar riquezas... un prejuicio que se vende como "la naturaleza humana"... sin enfocarnos en lo que realmente importa: la realidad, es una sumatoria de realidades individuales, ergo... una idea... un paradigma...
El paradigma de la economía monetaria obliga, por estructura esencial, a dividir la humanidad en "clases" con distintos poderes de adquisición. Lo que, contrario a lo que la gente piensa, no es una colusión malévola de un grupo de viejos con túnicas en algún sótano, sino el modelo social que se ha manifestado en la humanidad en consecuencia de la inexistencia de fuerza física para cumplir las labores "menos deseadas" o "más elementales"... los que en su momento quisieron hacer funcionar la sociedad, inventaron el concepto de "ganarse la vida" para tener a las personas convencidas que, sin importar lo que pase, ellas serían las responsables de que el sistema continuase... y así fue... y así parece que seguirá siendo...
La gente se enfrasca en discuciones vagas y vacías, como sobre quién es la solución a los problemas del país, Frei o Piñera... la verdad es que ninguno de los dos... ni siquiera MEO... ni Arrate... ni Lagos... ni la presilais... ni ningún caracter político que exista... porque todos, sin excepción sirven a una elite que controla los recursos económicos de... ojo... EL MUNDO... decidiendo, indirectamente, quién come y quién no... y para redondear el sistema... agregan a los políticos, quienes son, en el caso de los que DE VERDAD sienten la vocación por el servicio público, meros administradores de un recurso extremadamente escaso: el dinero.
El dinero es un método de control social. Es una forma de decir "estos son los buenos" y "estos son los malos", sin entender que, en el fondo, todos son malos por igual... aunque quieran hacer el bien... aunque creen ONG's... aunque donen el 99,99% de sus ingresos a los desposeídos... no hay forma de repartir equitativamente el dinero, porque no alcanza para todos... y nunca alcanzará, porque quienes comprenden un mínimo de economía, saben que si "se produce" más dinero, aumenta la inflación... es un círculo vicioso... es cosa de ver las cosas con un mínimo de sentido lógico: el dinero NUNCA será la solución a los problemas... ni la política... ni la religión...
ResponderEliminarSolo un concepto nos separa de la utopía: ganarse la vida. Nadie tiene el derecho a decidir cuánto vale comer o abrigarse... la tecnología humana ha llegado a un punto en el que todas las necesidades básicas pueden ser cubiertas. En el pasado era imposible, y se entiende, porque se necesitaba que alguien arara la tierra, matara las vacas y sacara el carbón... hoy en día, todo eso puede ser hecho con la ayuda de máquinas, y el hombre tendría el espacio para meditar y reflexionar, y volver a encontrarse con los cuestionamientos vitales y primordiales. Diríamos adios a la pobreza, a las guerras y al hambre. Diríamos adios a la contaminación, porque podríamos depender de energías limpias y renovables que, actualmente, son "muy costosas". Si no existiera el dinero, no existirían gran parte de los problemas cotidianos de la vida... y es posible... solo tenemos que cambiar de paradigma...
El primer paso, es dejar de pensar en el eje izquierda y derecha... porque la política no es la solución a los problemas del hombre, sino la tecnología... la lucha colectiva no es la solución... nada bueno puede comenzar con algo malo... y no importan lo que digan sobre la situación política chilena de los últimos años, porque el argumento de "... pero él empezó", es uno de los primeros en perder validez cuando la gente piensa. Cualquier acto de violencia, atenta contra el amor... sin amor, sin tolerancia y sin envidia, no podremos nunca, jamás, vivir en paz y felicidad.