lunes, 30 de abril de 2012


Puede que seas tú quién se siente a leer estas apuradas palabras, confío en eso, lo siento acá adentro, medio impregnado como siento el olor de la tierra mojada contenida en el frasquito. Sé que el camino está más pedregoso y que al seguir intentándolo los pies duelen más que antes y no puedo evitar sentirme culpable, es que se me olvidó llevar las zapatillas a la reparadora, pero ya vendrán tiempos mejores y podremos usar zancos para vernos más chistosxs. ¿Te imaginas cómo me vería con zancos? Sería maravilloso pasearnos así por las calles, podríamos invitar al querubín y a los demás para que la pasemos bien todos juntos, aunque sea difícil, tenemos que entregarnos esos espacios de chistosidad para no crear un vacío interno, es que el niño de la selva siempre ha sido un comediante y las tallitas juveniles le brotan por los poros.

Ni te imaginas cuanto necesito una siestecita contigo, ¿Te acuerdas de esa vez que dormimos la siesta express que resultó ser la mejor de la vida? Lo que pasa es que las primeras veces siempre son las mejores, es como cuando pruebas por primera vez los arándanos y como no tienes niveles de comparación en las papilas gustativas declaras sin miedo que son los mejores del mundo.
La verdad es que no sé porque me senté a escribir estas palabras, de pronto supe que eras tú y fue maravilloso tener esa certeza en medio de tanta vorágine, y no es porque se trate de la seguridad de acertar, es que se trata de que hay algo más… algo que por ahora no puedo explicar, sobre todo porque me estoy confundiendo entre tanta palabra y no te he dicho lo más importante…

                Necesito que vengas a hacerme dibujitos en los cuadernos, a hacerme cariñito con los pies, a que cocinemos juntxs y a querernos mucho, como siempre. Ahora tengo “vos sabés” de sonido en el celular, así que cuando suene voy a estar contenta porque quizás seas tú para decirme que haremos  tortita juntxs... Recuerda siempre que te quiero tantísimo.