viernes, 4 de enero de 2013

Tortura y Esperanza


Las noches de frío me torturan, son un llamado de atención a la memoria, me obligan a asegurar una vez más que eres el mejor guatero humano del mundo completo. El verano también me tortura, me obliga a recordar nuestros paseos en bicicleta, nuestras tardes en la piscina, nuestras noches guitarreadas en el patio. Cada mañana me tortura, me llena de odio hacia tus verdugos y reafirma mi amor por ti, cada tarde espero que llegues a casa para tomar tecito y reírnos un rato, a cada momento imagino que vuelves con tu sonrisa gigante y tus brazos abiertos.

Hermanito mío, la incondicionalidad siempre fue mi única promesa, y hoy esa promesa sigue en pie, como cuando gritábamos haciendo la tercera voz “y juro que la cara voy a dar, cada vez que alguien te nombre aquí o allá”. Defenderé tu integridad tanto como mis sonrisas, defenderé nuestros recuerdos para que sigan siendo parte de nuestra cotidianidad hoy separada y vigilada por nuestros enemigos. Nada podrá borrar lo que aprendimos, lo que vivimos y lo que disfrutamos. Nadie cuestionará tus actos en mi presencia, porque no dudaré en defender nuestras convicciones con garras y dientes. Nadie ensuciará tu nombre.

Hoy vuelvo a regalar un abrazo a la rabia, hoy vuelvo a sentir la tortura de las noches frías lejos de tu corporeidad, hoy vuelvo a gritarle al mundo que no borrarán nuestros recuerdos, ni detendrán nuestras acciones, por mucho que lo intenten. Hoy vuelvo a gritarle al cielo que te necesito acá para acurrucarme en tu regazo, para caminar por la población y reír a destajo, para llorar si es necesario, para recuperar el tiempo que nos han robado, para volver a ser hermosos.

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