Y así se cerró un capitulo más en mi compleja vida. Entonces besé a mi abuela, y abracé a mi madre, le tomé la mano y salimos a caminar, orgullosas de tener lo poco que tenemos y de ser lo mucho que somos.
El viejo comunista, sindicalista y luchador social jamás pudo comprender que su despreciable nieta fuese ácrata, y que apreciara la capucha que encubre actos de coraje y rebeldía, que para los demás son vandalismo. El jefe de familia jamás comprendió lo que era la comunidad, y se encerró solo en su machismo, y se refugió en gritos y los encubrió todo con una cara de apatía que cada día hace que mi aborrecimiento crezca.
Cuando sea grande no quiero ser como mi tata.
Insisto: Su pasividad me da asco!
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