martes, 23 de febrero de 2010

Había una vez


Nunca hubo tanto alboroto en aquella ciudad, los pájaros cantaban las veintisiete horas que aquellos locos le habían inventado al día, la policía hacía bien su trabajo, los bomberos llenaban las piscinas que los mineros habían construido en las calles, y ellos, como siempre eran felices.

Pero como es normal en el ser humano, no pudieron estar conformes con tanta felicidad, y salieron a buscar problemas, así fue como los encontraron, el ambiente estaba agitado, por qué él había soltado la mano de su compañera y ella había comenzado a caminar sola en la dirección contraria. Los pájaros en sus cantos intentaban hacerles entender que debían ser uno otra vez, y los policías arrestaban ladrones para que no hubiese peligro en el camino de la joven, las piscinas se construían para que alguno de los dos cayera y se ahogara, de esa manera, gritaría y pediría auxilio, y así el otro llegaría a salvarlo, y se darían cuenta que no hay nada peor que estar solos.

No fue necesario ocupar las piscinas, de pronto, él comenzó a seguirla, corrió tras ella, y cuando la alcanzó prometió no volver a soltar su mano, ella lo miro con ternura y prometió no caminar en sentido contrario, desde ese momento, todo volvió a la normalidad, y los asaltantes salieron a la calle, los policías volvieron a ser corruptos, los bomberos se embriagaron en los cuarteles, y los mineros comenzaron a exigir un nuevo reajuste. Ellos perplejos ante la realidad, decidieron trabajar en conjunto para lograr un futuro mejor, ahora de la mano forjan un nuevo porvenir y trabajan a diario para ser felices y disfrutarse un poco más, quererse un poco más, coquetearse un poco más, y de esa manera, sentirse un poco más seguros. La noche calló y él tomó el tren de vuelta a su ciudad, ella lo despidió con lágrimas en los ojos, pero sabía que pronto volverían a ser uno, por mientras, ambos trabajarían en sus proyectos personales, teniendo al otro en la mente, usándolo como combustible que se quema para dar movilidad al mundo.

Ni en los cuentos de hadas existe la perfección.

1 comentario:

  1. Te adoro, a ti y tus escritos.
    Acabo de escribir uno también,
    después de tanto tiempo...
    Genial volver a hacerlo, no?

    ResponderEliminar