viernes, 28 de diciembre de 2012

Bitácora de viaje 1


He estado horas intentando escribir algo, pero de pronto miré hacia el frente y caí en cuenta que por fin lloró esa nube negra que me ha rondado hace tres días.

No viajé para escapar, al fin y al cabo siempre supe que el clima triste me seguiría donde fuera. Pero de todos modos la lluvia ayuda un poco, me obliga a recordarte cantando mi canción favorita mientras hacíamos el amor, o quizás solo me hacías el amor, porque sí, debo reconocer que soy egoísta y siempre estoy buscando más y más placer, sin darme el tiempo de complacer a los demás.

Creo que para los habitantes de este desolado lugar debe ser triste que llueva el día de navidad, porque arruina sus planes nefastos o esas cosas.

A mí me agrada la lluvia, más aún el viento que comenzó a correr mueve mi pelo y llego a creer que me veo bonita así.

El clima aquí es más triste que en cualquier lugar, imagina un pueblo lleno de ancianos, sin stickers en las paredes y más aletargado que la mismísima siesta colonial. A veces, cuando la esperanza me invade pienso que cuando vuelvas deberíamos venir acá y darle vida al desierto, llenar de colores este lugar y volver a ser felices.

Al parecer, antes de venirme, intenté explicarte los motivos de mi viaje, pero no estoy segura de eso, porque los días han sido muy confusos y no logro recordar bien varias cosas.

El punto es que antes de que nos encontráramos, solía teorizar sobre la libertad, sobre la autonomía, el amor libre y la independencia, hasta ese punto aquellos preceptos me parecían válidos, porque jamás habían chocado con la práctica. Y las primeras veces seguía siendo así, tengo la impresión de que todo cambió la noche en que no hicimos el amor, entonces al despertar, sentí quererte más que nunca, no pude evitar los deseos de tenernos por más tiempo y compartir nuestras risas, nuestros silencios y nuestros abrazos.

Yo creo que ninguno de los dos pensó que las cosas se sucederían así, yo jamás imaginé que al volver no estarías y que no alcanzaría a besarte y acurrucarme en tu pecho. Y tú, de ningún modo imaginaste mi desesperada reacción producto de la interpretación del vuelo como abandono. He llegado a pensar que en más de algún momento me aborreciste al sentir mi furia, al notar que no comprendía tu misiva.

El viaje recién comienza y sospecho que esta será la parte más difícil, es decir, sé que recién está comenzando el análisis y queda aún la definición. Definirme será lo más costoso.

De cierto modo yo también conduzco estas palabras frías, la diferencia es que yo no sabía que los días de melancolía volverían tan pronto, una certeza me queda: Afuera echaré lo malo que tengo… aunque sigo pensando en el dolor profundo, me levanto, miro al cielo e intento no confundir…

Tengo la esperanza de que volveré a volar (porque sí tengo alas) y volveré a soñar que giro sobre el mandala donde me cristalizaste, donde me dibujaste, donde comenzaste a significarme.

Sigue lloviendo, el aire sigue soplando fuerte, es más en este mismo momento todo se intensifica y llego a creer que eres tú que vienes a volar conmigo.

La lluvia se detuvo, pero el torbellino interno sigue acechándome, pienso si en estos momentos estás bien (espero que así sea), si has comido, si has pintado, si te sigue faltando el acrílico rojo que tengo en casa, si has compartido tus emociones con alguien, pero dudo que otra persona comprenda lo que sucede.

He pensado en volver, he pensado en las infinitas ganas que tenía de resignificar ciertas fechas y momentos que para ambos han resultado  nefastos en los últimos años, pero no puedo volver hasta no saber que tienes las ganas y disposición de verme. No puedo volver hasta no sentirme segura de poder mirarte a los ojos y decir con certeza: Acá está la mujer que prometí ser.

¿Sabes? El sentimiento que me invade es la impotencia, por no poder contenerte, por no poder correr a tu lado y decirte que todo va a estar bien, que valdrá la pena que pase todo el tiempo que sea necesario para volver a compartir nuestros momentos.

Tú me hiciste sentir mujer, cada caricia, cada beso, cada abrazo completo me hizo crecer, me hizo cultivar un sentimiento muy parecido a la plenitud. Y sé que hubieron momentos que definitivamente fueron horrorosos, pero volvería a pasar por ellos una y otra vez para demostrarte que sí quiero estar en todas.

También siento miedo, temo que tu vuelo sea tan largo que la posibilidad de tu regreso se diluya. No sé como enfrentaría esa situación.  De momento solo estoy poniendo toda mi fe en que volveremos a ser y estar.

¿HIC ET NUNC? Difícil, sobre todo si no somos ni estamos. Tenemos tanto que aprender del compañerismo, tengo tanto que seguir aprendiendo de ti, que eso mismo hace que me aferre a la esperanza de que volverás, de que seremos.

Ven, seremos, compa!

No hay comentarios:

Publicar un comentario