jueves, 12 de noviembre de 2009

Talvota parla italiano


Música en el ambiente, se escucha “La noyée” de Yann Tiersen, luces apagadas, y la oscuridad de la habitación contrasta con el rojo de las cortinas que cubren grandes ventanales y el blanco de un cobertor que se posa sobre una cama baja de dos plazas, nadie pensaría que al otro lado de las cortinas se logra ver la mejor puesta de sol de Valparaíso. Me tiendo sobre la cama y cierro los ojos, sin importar que el mundo corra rápido allá afuera, cuando no estás todo es distinto… recuerdo tus labios intentando pronunciar de la mejor forma Yann Tiersen, y me estremezco, aquella sensualidad, invade, justo ahora que la soledad se cristaliza más que nunca, entonces, por el goce de las evocaciones y a medida que la música cala mis entrañas sigo recordándote en el intento de pronunciar bien el francés, y así poco a poco, recuerdo cómo se sentía, cuando simplemente éramos uno, solo uno, sin necesidad de los demás, pidiendo que se escuchara poco, para no callar tanto… ruidos exteriores me distraen, pero me niego a abrir los ojos y encontrarme sola, en ésta que fue la nuestra, todas aquellas tardes, dónde preferíamos cerrar las cortinas, nos olvidábamos del romanticismo y nos entregábamos al nosotros, tan nuestro… los ruidos se vuelven más insistentes y se transforman en pasos subiendo las escaleras, pero la sensación gusta, así que los ojos permanecen cerrados, los pasos se acercan, y siento que la cama se hunde un poco, unas manos acarician mi rostro y toman mi larga cabellera, despejan mi oído, se acerca una boca, y con pronunciación excelente, escucho: “ Ti amo con tutto il mio cuore e non posso negare quello che sento per te”, me estremezco, y ya que estamos jugando a ser italianos respondo: “Mi prendi con forza e llevame un viaggio verso il cielo, come ci è dato di sapere, al centro del mio elisir che guarisce le ferite ...” El silencio se vuelve pecado, y el supuesto pecado se vuelve ley divina, ahora les jours tristes, acompañan el movimiento, de dos locos desatados, a los que no les importa que su tiempo haya terminado, que las situaciones fueran cambiando y que el mundo ahora esté al revés, son dos, sólo dos, que juegan a ser uno, y en ese juego siempre ganan, por qué saben compartir, disfrutar, sentir… vibrare!

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Buena historia. Me recuerda a cuando yo escribía de esa manera. =)

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  3. Me gustó mucho. Me da la idea de algo cotidiano, normal. Tiene un aire regalón, como si fuera para pedir una caricia.

    Gracias por la entrada, muy bonita.

    Un abrazo.

    Rogelio Bontá

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