sábado, 17 de abril de 2010

Aéreo Puerto.


Era la misma vista aérea del puerto que mis ojos habían contemplado hace un año, mientras mis piernas subían las mismas escaleras, pero, mis manos ya no se aferraban a sus manos. Ahora caminando por el más sublimemente decadente de los cerros, me doy cuenta que valió la pena, volver al puerto que me vio crecer, esta vez, sola.

Fue la primera vez más planificada en la historia, lo recuerdo como si fuera ayer. Yo quería que fuese allí, y él quería que fuese conmigo. En el puerto comencé a escribir las primeras líneas del cuento más significativo de mi vida, en el puerto sellé etapas, en el puerto rompí en llanto al confesarle a la compañera de mis días qué aún recordaba esos ojos y en el puerto aprendí que nadie puede morir sin un orgasmo porteño.

Y a pesar de que hoy estoy sola en el cerro, recuerdo sus grandes manos, mis grandes ganas, los grandes gemidos, y lo grande que me sentía… Ah! También recuerdo lo grande que se sentía… y así, los gritos se evaporaban en el viento del Cárcel que me vio liberada en la eterna sonrisa, en la pequeña muerte, que de verdad, solo logró que me sintiera más viva.

Como dejar de amar al puerto que me llama con voces agigantadas cada vez que necesito gritar, para liberar la presión capitalina; como dejar de amar al puerto que me regaló las noches más sudadas y más placenteras de la vida; como dejar de amar al puerto lleno de magia, de esa magia que me hace salir corriendo, bajar las escaleras, desesperarme en un suspiro, tomar la bicicleta y pedalear sin parar hasta llegar al plan… Las Heras, Avenida Brasil… me detengo ante la puerta verde, de la casa anaranjada con ventanales gigantes, pienso, no me ayuda, dejo de pensar.

Aló? – Golpeo la puerta-

¿Sí? – Se abre la puerta y sus ojos brillan-

Nuestros brazos se estiran y nuestras caras vuelven a sonreír, guardamos la bicicleta, nos tomamos las manos, y corremos por el centro de Valparaíso, hasta encontrar un colectivo que nos lleve al querido Cerro Cárcel. Llegamos, miramos juntos el puerto que hace un año habíamos dejado de mirar, sus manos se aferran a mi cintura, y yo me derrito en sus labios.

El puerto nos escuchó, estoy segura de eso, si no nos hubiese escuchado, el cielo no se hubiese oscurecido para regalarnos una de esas tardes que tanto amamos, esas tardes compartiendo la cama y el café –porque la leche sobra- esas tardes que se abren, solo para que el sol se ponga, y el cielo estalle en llanto, y entonces, nosotros, enloquecidos por el clima y nuestra compañía, nos vestimos rápidamente y salimos a recorrer los cerros porteños… y no nos importa mojarnos, porque sabemos que al llegar se viene lo mejor… dónde no existe nada seco, y lo que no se humedece, se muere.

sábado, 10 de abril de 2010

Enemigo universal.


Y cuando el miedo ataca... la paraliza y se siente rodeada, no hay salida, las palabras no sirven, los recuerdos invaden la memoria y no queda más, que observar con los mismos brillantes ojos, distintas oscuras manos, ahogando en gritos desesperados, que no son escuchados, los traumas del pasado. La fuerza se desvanece, pero recuerda que prometió no dejar que volviese a ocurrir, se llena de fuerza, y logra escapar del nuevo verdugo, pero, los miedos siguen estando allí. No debe matar al verdugo, debe destruir el miedo paralizador y los recuerdos asquerosos, eso debe hacer.

sábado, 3 de abril de 2010

Libremente escribe una liberta con libertad.

No soy filosofa y tampoco deseo serlo. Desde el principio dije que éste sería el sitio dónde el fluir de las palabras quedaría cristalizado, algo así como el lado oscuro de la pequeña gran superpotencia. Y la verdad, este no es el lado oscuro, debe ser algo así como el lado más claro, soñador e idealista... como diría Eduardo Galeano, este es el sitio dónde puedo caminar, sí caminar, siguiendo a la utopía que me adelanta por algo así como el doble de los pasos que voy dando.

Allá en el horizonte se va escapando lo que sigo, lo que me mantiene viva, lo que me pone en movimiento, aquello por lo que lucho, y que extrañamente lleva el nombre que han decidido darle al susurro de los otros al mencionarme. Sí, allá, adelante se me va escapando la libertad, como la mejor de las utopías y como el mayor invento que las mentes han creado, para volver a ser sustancia prima, desencadenada, liberta...

He caminado tanto que mis piernas se han fortalecido, he agigantado mis pasos e igualmente me lleva la delantera, la he perseguido durante diecinueve años y aún la diviso, lejos en el ocaso, sin oscurecer, sin cansarse de esquivarme, sin decaerse ante las barreras, de pie, inquieta, preciosa y sublime, sólo como ella sabe ser, bella, sí, bella, anhelada y libre...

Y cuando mis piernas se han cansado, la mente y el alma han comenzado a conspirar, no en mi contra, ni en contra de ella, sino que a nuestro favor. Y sí, comprendí.

Hoy, la libertad quiere ser libre y seguir adelantándome. Y yo, quiero tenerla y hacerla mía, creyendo que con ella en mi poder, podré respirar tranquila. Pero si la hago carcelaria de mis deseos, le quitaré su belleza y su valor, la libertad debe ser libre y saberse liberta. Ni todos los pueblos de la historia ni yo podremos tenerla entre las manos, porque simplemente eso es ella, suave efervescencia y dulce resplandor que se mueve con ritmo al final del camino, eso es ella, la invención más maravillosa que una mente libre y voladora ha creado para darle sentido a nuestra vida, eso es ella, entre las invenciones, lo más real...

Y esta soy yo, una muchacha demente que escribe lineas confusas, porque desea contarle al mundo qué ha aprendido a vivir con ella, pero sin ella. He aprendido a contemplarla y desarrollar batallas que llevan la impronta de su nombre. Sí, he aprendido a amarla, con ese amor verdadero, que al igual que ella, es libre y bello. Con ese amor que no pretende hacerla rehén ni capturarla sólo para él, sino que pretende compartir con ella los momentos más infinitamente fugaces escritos en la historia, los momentos más felices, y los momentos más tristes, los más victoriosos y también aquellos momentos en que el esfuerzo ha fracasado.

Esta soy yo, fémina aguerrida que camina codo a codo con la libertad, que la cuida y la respeta, que la ama y la comparte, que la enseña y la valora. Esta soy yo, Libertad en libertad, con libertad y por libertad.

Si otros la conocieran, sería más fácil que me conocieran, me amaran y me respetaran; pero como no la conocen, no comparten con ella, no la aman y no la respetan; la misión de conocerme se hace difícil y viven alimentados por fantasías y espejismos que suelen llamar por mi nombre, pero que no son más, que lo que sus ojos encarcelados pretenden ver.

Atrás de Libertad, está ella, la que le da sentido, la verdadera y la real. Si no conocen la principal premisa de esa muchacha, será imposible que pretendan conocerla a ella algún día.