jueves, 4 de marzo de 2010

La Antesala de la vida.

Recuerdo que cuando vi por primera vez a Javier, quedé pegada en su mirada y me cohibí con su sonrisa. Aún sigue pasando (...) Me atrevería a decir que nuestra amistad comenzó a surgir un viernes, en un bar de mala muerte ubicado en República, cuando nuestro querido Guido compró seis mil pesos en cerveza siendo que no bebe alcohol, y nuestras risas estallaron y mientras todos se enajenaban, nosotros, nos rallábamos las manos con dibujos infantiles y estupideces varias. Sí así comenzó nuestra amistad, al viernes siguiente, nos sentamos en una banca mientras todos festejaban y conversamos largamente, le confesé mi secreto más doloroso y recibí el mejor de los abrazos, la gente se admiró al vernos solos y comenzaron a fotografiarnos. Así comenzó a suceder...

¿Escribes? -me preguntó-
Puras mierdas (...)
Y no has pensado en escribir más y publicar en un blog?
No -reí y argumenté ligeramente- Me da paja.

Esa noche llegué a revisar su blog, y acostumbrada a encantarme por las letras, me encanté con el Javier que escribe, que me abraza, que me da tardes preciosas y mañanas lloradas, tardes en nuestra calle (Nueva York) a punto de llover, con una torta en el suelo y una niña que no podía más de la emoción; mañanas de frío escondidos en la biblioteca, y almuerzos juntos. Me encanté con las caminatas escapando de nuestros molestos compañeros, caminatas pausadas por la inminente confesión de qué era lo que la vida no me dio, el hermano que jamás tuve y uno de los seres humanos más importantes. Me encanté de nuestros abrazos -los más salvadores del planeta- y me encanté compartiendo con sus amigos, me encanté de nuestra amistad, de los celos de la niñita que lo ama en secreto, y me encanté de que nos inventaran romances. Entonces, comencé a escribir mi mierda. Y también me encanté de mi prostitución verbal.

No es necesario escribirle un texto a Javier, ya que la mayoría de mis textos han sido escritos pensando en él. Entonces, ahora adjunto, una de los textos que más me ha emocionado, y que más estragos ha causado. 'La dorada niña de cabellos oscuros' de JavierIce

~ La dorada niña de cabellos oscuros ~


La respuesta es positiva. Sí, eres buena. Muchos lo sabemos. Muchos te apreciamos. Pocos nos damos cuenta de las energías deseosas que tienes por un baño de helado de chocolate. Rico. Por que los helados y los chocolates son sueños. ¿Lo sabías, no? ¿Los recuerdas aún a diario? Si me dijeras que “no”, tendrías que buscar la manera terrenal de traerlos de vuelta aquí, de alguna forma, quizás con el auto estacionado en Brasil, el cual podríamos enchular y ponerle alas. Pero no sé. Complicado. Además sabes volar. Solo te falta la gasolina suficiente para hacerlo. Entonces préndete con lo que te sea necesario. ¿Pero qué será? Recuerda, proyecta, acepta y supera. Bien. Si me dijeras que “sí”, pues solo te diría lo mismo: que vueles no para siempre, sino hasta el final. Hermosas palabras. Inolvidables. Sí. ¿No? ¿Cuál es el problema? El camino es precioso, doloroso, mortificador y enriquecedor. Entonces tendrías muchos ingredientes con los que preparar nuevos alimentos. Van y vienen, sí. A veces las cosas en la vida aceleran el paso y se detienen en medio de un precipicio para dejarte caer solo. Pero no siempre. Otras, simplemente te acompañan silenciosas, como la torrencial lluvia que se hace notar en forma de gota cada unas cuantas semanas. Simple, pero significativo. Y los helados y los chocolates son más que eso.

Qué locos días. Nos asustan. Crecemos con ellos, luego los hacemos crecer y finalmente nos terminan matando. Pero tú y yo sabemos un secreto top top. Sí, pues resulta que hay una manera de lograr derrumbarla. Knock knock. Tú la tienes, la ilusión. Aquellos métodos más salvadores del planeta y muchas otras artimañas que crearás como gran creadora que eres. Por que resplandecen los destellos en tu sonrisa y soplan fuertes los vientos de tu boca. Todos lo notan. Por que no te detendrás a mirar lo que sucede en tu vida y harás algo por ella cada vez que lo permitas. Pocos lo saben. La sencillez de tus acciones, de tu asombro y de tu apoyo han quedado confirmados cierta vez, plasmados en un cielo estrellado por un astro fugaz que pasó sobre nuestras cabezas, aun cuando nos digan que el cielo es demasiado amplio. Sí, pasó para nosotros aquella noche. No lo dudo. Tampoco tú.

Y he aquí el asunto. He apostado con la luna que existías. No me creía para nada. Tan altanera, y aún sin saberlo es musa de infinitos relatos y poemas. Pero es la luz de luna. Después de todo simboliza grandes cosas. Sueños. Pero en fin. No me creía que existías, repito. Cuando le hablé de la dorada niña de cabellos oscuros se sorprendió. Comenzó a reírse y sin esperar momento alguno me desafió. Sí, lo hizo. Me dijo que comprobaría que no existías. Me dijo que comprobaría que existían muchos entes semejantes a tu persona. Me dijo que no había gran diferencia entre ellas. Me dijo que podía revelar, sin necesidad de buscar, a la persona de la que tanto le he hablado. Ya sabes, esos seis, siete u ocho sentidos que posee le dan la habilidad global. Abarca todo. Pero hace tres días que ha comenzado su búsqueda y no hay respuesta. Sé que no te encontrará. Nunca. Por que a simple vista no se descubre todo lo que llevas oculto dentro. Por que es más que gestos y palabras. Es más que máscaras y mentiras. Son momentos y sensaciones dulces y amargas.

Buscará y buscará su luz de luna sin éxito, entre las tantas personas en su mente sin darse cuenta que eres solo una. Fracasará y la llevaré una noche, mientras duermes, hacia tu ventana para que pueda conocerte. Se alarmará. Me sentiré satisfecho por eso. Primero por que comprobaré que la niña dorada de cabellos oscuros no está en otro lado que en el que debes estar ahora tú. Solo ese. Y segundo por que el premio por el fracaso de su luz de luna será un deseo previamente establecido. ¿Y sabes? Lo genial es que no hay problema si se cuentan los deseos esta vez, por que es la luna, y no una estrella fugaz como esa vez. ¿Entiendes? Así que tranquila. Por que cuando observes que el auto con alas llega frente a tu pieza para invitarte a volar sabrás que su luz de luna se ha cansado de buscarte. Y que, por ende, el deseo ya establecido se ha cumplido. Sí, por que quiero asegurarme de que si tu respuesta es un “no”, tengas la herramienta apropiada para continuar tu vuelo. Y claro, si se convierte en un “sí” o permanece como un “no”, tendrás el auto alado de ahí en adelante para fantasear con quien elegirás algún día de compañero. Sí, lo elegirás. Y volarás. Qué emoción saberlo. Por que se me olvidaba decirte que la luz de luna también ve el futuro…

Dedicada a una gran mujer y amiga; puta, bohemia, letrada y rebelde.
Para la dorada niña de cabellos oscuros. Una carta para un futuro desde un pasado.
Y la luna seguirá buscando quizás por cuanto tiempo. Y no puedo hablar de él. Es sorpresa.

Javier Ignacio Cortés Echeverría.

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