Te imagino dentro, bailando de un lado a otro, nadando como un
pez; entonces yo sería el océano y me recorrerías hasta la punta de los pies.
La casa se extendió, ya no vives en el vientre, ahora vives en plenitud dentro
de mi cuerpo, te siento latiendo en el corazón y corriendo por las venas,
porque un vientre es muy poco para ti, mi vientre, ahora, es muy poco para ti.
Eres parte de mí y amas bailar aquí adentro, sabes que no es tu
tiempo, que debemos esperar y trabajar un poco más duro. Porque será nuestro
tiempo y entonces comprenderás, tú que siempre has estado conmigo, que hoy no
podemos, que ahora mismo aún es tiempo de sembrar.
Todo lo estoy haciendo por nosotras, porque bailaremos y
disfrutaremos el ritmo de nuestro baile, porque cuando por fin pueda
mirarte a los ojos, diré; “Aquí estoy, hoy comienzo – amos
completas”, pues para mirarte a los ojos habré vivido. Porque desde siempre
supimos que el amor está en el vientre, que sentimos desde el útero, que
vibramos cada mes y nos mecemos entre las lunas, porque tengo la certeza que
estamos confinadas desde el principio para vivir el amor intensamente, porque
sé que me amas y entiendes que no es ahora, pero seremos.
Hoy, como cada día, te pienso y confino mi amor hacia ti, me
despierto más temprano, trabajo un poco más, aprendo un poco más, crezco un
poco más y amo mucho más. Hoy, nuevamente, enfrento la lucha cotidiana de
afilar las ideas, de ir soltando el pensamiento que me lleva a añorar el
vientre lleno de ti, de preparar el territorio para tu llegada, de hacer la
cuenta regresiva para mirarte a los ojos. Me cuesta, cada día me cuesta un poco
más, dejar de torturarme imaginando tu cuerpo en expansión aquí dentro.
Y a pesar de todo, sigo caminando cargada de esperanza, porque ya
nos elegimos pequeña flor de almendro, solo debo seguir regando nuestro árbol,
para recibir los frutos y verte al fin, vestida de blanco y rosa, creando
universos de colores y sorprendiéndome a cada momento con la maravilla de tu
presencia. Cosecharemos.-