Puede que seas tú quién se siente a leer estas apuradas
palabras, confío en eso, lo siento acá adentro, medio impregnado como siento el
olor de la tierra mojada contenida en el frasquito. Sé que el camino está más
pedregoso y que al seguir intentándolo los pies duelen más que antes y no puedo
evitar sentirme culpable, es que se me olvidó llevar las zapatillas a la
reparadora, pero ya vendrán tiempos mejores y podremos usar zancos para vernos
más chistosxs. ¿Te imaginas cómo me vería con zancos? Sería maravilloso
pasearnos así por las calles, podríamos invitar al querubín y a los demás para
que la pasemos bien todos juntos, aunque sea difícil, tenemos que entregarnos
esos espacios de chistosidad para no crear un vacío interno, es que el niño de
la selva siempre ha sido un comediante y las tallitas juveniles le brotan por
los poros.
Ni te imaginas cuanto necesito una siestecita contigo, ¿Te
acuerdas de esa vez que dormimos la siesta express que resultó ser la mejor de
la vida? Lo que pasa es que las primeras veces siempre son las mejores, es como
cuando pruebas por primera vez los arándanos y como no tienes niveles de
comparación en las papilas gustativas declaras sin miedo que son los mejores
del mundo.
La verdad es que no sé porque me senté a escribir estas
palabras, de pronto supe que eras tú y fue maravilloso tener esa certeza en
medio de tanta vorágine, y no es porque se trate de la seguridad de acertar, es
que se trata de que hay algo más… algo que por ahora no puedo explicar, sobre
todo porque me estoy confundiendo entre tanta palabra y no te he dicho lo más
importante…
Necesito
que vengas a hacerme dibujitos en los cuadernos, a hacerme cariñito con los
pies, a que cocinemos juntxs y a querernos mucho, como siempre. Ahora tengo “vos
sabés” de sonido en el celular, así que cuando suene voy a estar contenta
porque quizás seas tú para decirme que haremos
tortita juntxs... Recuerda siempre que te quiero tantísimo.